En Por fin no es lunes cogemos nuestra Carretera Secundaria para dirigirnos a Montilla, un pueblo cordobés, de poco más de 20.000 habitantes, que esconde un peculiar sonido. Y no, no es el rugido de un león, ni de un tigre, ni de un leopardo. Es el rugido del motor de un McLaren. En 2007, Fernando Alonso, considerado por muchos el mejor piloto de Fórmula 1 de la historia, fichó, después de ser doble campeón del mundo, por McLaren, la escudería británica. Las expectativas eran altas y todas las miradas se fijaban en él.
En un rincón de la España rural, José Luis Casas, un agricultor, dedicado a sus tareas de labranza, quedaba prendado del coche de Fernando Alonso. Un McLaren MP4-22. Uno de los coches más competitivos de la temporada. Un bólido que nada tenía que ver con sus tractores y sus máquinas cosechadoras. Aquel coche le gustó tanto que empezó a darle vueltas a una idea: construirse él mismo una réplica.
En el verano de 2018, para romper con el aburrimiento, dio forma a su sueño. Con sus propias manos y sin ninguna formación, comenzó a construir pieza a pieza un Fórmula 1 a tamaño real, en su garaje y robándole el tiempo a sus cosechas. Primero hizo la carrocería y después el chasis. Todo medido al milímetro, construyendo desde las tuercas a los tornillos pasando por el soporte del láser y hasta una bancada de control positivo.
Ha tardado tres años y medio, pero lo ha conseguido. Un extraordinario McLaren luce en su cochera. Solo le faltan las ruedas y algún pequeño detalle. Una vez que esté finalizado José Luis lo llevará en un remolque y lo trasladará a un circuito donde lo probará. Según sus previsiones el coche podría alcanzar los 250 km/h. ¿Te apetece acompañarnos en este viaje?