El verano es ese tiempo en el que, como no hay fútbol (al menos no hay campeonatos regulares), la información futbolística se centra en los fichajes. Y claro, hay informaciones ciertas, otras especulativas, y otras que entran más en el terreno de la fantasía. Como lo de Cristiano Ronaldo al Atlético de Madrid. Lo que parecía un bulo se ha convertido en un rumor, y del imposible ha pasado al ‘puede ser si se dan las condiciones’. Al colchonero Andrés Moraleda no le convence mucho este fichaje, pero le ha recordado al de otro astro portugués que parecía imposible y que, finalmente, se hizo realidad. Un fichaje que se materializó a finales de julio del año 2000. En la Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes recordamos cómo se gestó el traspaso de Luis Figo del FC Barcelona al Real Madrid.
El fichaje de Figo por el Madrid pasó de imposible a realidad gracias a 11.900 millones de pesetas (unos 60 millones de euros). Pero los culebrones de verano no siempre terminan así: No hay que irse muy lejos para recordar lo de Mbappé con el Real Madrid o lo de Haaland con el Madrid y con el Barcelona. Andrés recuerda también que Neymar parecía que iba a vestir de blanco y acabó en el Barça, como también pasó con Villa. O David de Gea, que lo tenía hecho con el Madrid y terminó en Manchester por un fax que no llegó a tiempo.
Sea como fuere, muchas veces los culebrones de verano se quedan en eso, en culebrón. ¿Pero por qué? ¿Son tan delicados los grandes fichajes en el fútbol? ¿Son más inventos de la prensa deportiva para vender más periódicos? Se lo preguntamos en la Cápsula del Tiempo a una de las personas que más y mejor conoce los despachos del deporte rey. Un mito del periodismo deportivo español: Roberto Gómez, compañero de Radioestadio.