María Lejárraga: La escritora sin nombre que se convirtió en la dramaturga más representada en el mundo
Con motivo del Premio Planeta 2021 a Carmen Mola, Andrés Moraleda recuerda en la Cápsula del Tiempo la historia de María Lajárraga, que se convirtió en una de las autoras más grandes de principios de siglo XX firmando con el nombre de su marido.
Fue una de las noticias de la semana pasada: los guionistas Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez se hicieron con el Premio Planeta 2021 por su novela ‘La bestia’, firmada con el seudónimo de Carmen Mola. En Por fin no es lunes, los autores explicaron que este alias surgió como una broma, pero la decisión de escribir bajo seudónimo no siempre ha sido por esos motivos a lo largo de la historia. Andrés Moraleda recuerda en la Cápsula del Tiempo algunos ejemplos de escritoras que tuvieron que firmar como hombres.
Decía Virginia Wolf que se atrevía “a adivinar que ‘Anónimo’, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer”. Y aunque pensamos que esta práctica es cosa de un pasado en el que se consideraba que el papel de la mujer era, básicamente, el de cuidar la casa y procrear, hay ejemplos recientes como el de la autora de Harry Potter. Sí, J.K. Rowling no firma con su nombre real, Joanne Rowling, porque la editorial le sugirió que los lectores jóvenes no suelen comprar libros de mujeres y le sugirieron hacerlo con iniciales.
Y es que ejemplos de mujeres que tuvieron que escribir con seudónimo, hay muchos, lamentablemente. Mary Shelley, las hermanas Brönte, Colette o Cecilia Böhl son solo algunos de los nombres de escritoras que hicieron historia firmando como hombres. Pero en la Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes nos paramos en la historia de una mujer que llegó a ser la dramaturga española más representada del mundo, aunque no con su nombre: María Lejárraga.
María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra: Una exitosa sociedad literaria
Esta riojana, nacida en 1874, fue una de las autoras más brillantes de la Edad de Plata de la literatura española. Escribió novelas, ensayo, teatro, traducciones… y casi todo sin su nombre. Y es que cuando se produjo su debut literario, con ‘Cuentos breves’ (1899), su familia se tomó tan mal que María quisiera ser escritora, que decidió borrar su nombre y firmar con el de su marido, Gregorio Martínez Sierra.
¿Pero fue una especie de acuerdo literario o una apropiación de la obra de María Lejárraga por parte de su marido? Pues podría denominarse como una sociedad artística. María escribía y Gregorio se encargaba de la parte empresarial. ¿Y qué escribía María con el nombre de su marido? Pues algunas de las obras más importantes de la primera mitad del siglo XX que se representaron en Francia, Reino Unido o Estados Unidos. Colaboró con Eduardo Marquina o con Carlos Arniches y escribió los libretos de ‘Canción de cuna’ o ‘El amor brujo’, de Manuel de Falla.
Del éxito al desengaño
Pero el amor, además de brujo, es traicionero, y Gregorio Martínez Sierra se enamoró de la actriz Catalina Bárcena, rompiendo así su matrimonio con María Lejárraga. Aun así, tan fructífera era su relación artística, que ella siguió escribiendo para él incluso desde el exilio. Y es que María había sido diputada socialista durante la Segunda República y una importante feminista, por lo que al estallar la Guerra Civil marchó al exilio, donde recibió una terrible noticia.
La hija que Gregorio había tenido con Catalina Bárcena le reclamó a María los derechos de autor de su padre a la muerte de este. Desde entonces Lejárraga decidió publicar con su nombre, María, pero aun con los apellidos de su marido, Martínez Sierra. Desveló la colaboración artística con él en ‘Gregorio y yo’, escribió cuentos y llegó a enviar un manuscrito a Walt Disney. La historia de un perro callejero que se enamoraba de una gata coqueta.
Dicen las malas lenguas que Disney le plagió a Lejárraga la historia de ‘La dama y el vagabundo’, pero no puede llegar a considerarse como tal pues el proyecto de la película de animación es anterior al manuscrito de Lejárraga. Eso sí, este episodio de la vida de la escritora resume muy bien su vida: una dedicada a crear, casi siempre sin nombre, sin reconocimiento, y en silencio. La historia de María Lejárraga es la historia de una mujer sin nombre, como escribió la novelista Vanessa Montfort (‘La mujer sin nombre’), que murió, olvidada, en Buenos Aires en 1974.