Las relaciones y tensiones entre España y Marruecos: Ni contigo ni sin ti
La crisis de los migrantes de Ceuta es el último desencuentro entre España y Marruecos, dos países vecinos condenados a entenderse, pero cuya relación en los últimos 50 años ha sufrido muchas tensiones. Recordamos los encuentros y los desencuentros de esta relación en la Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes con Andrés Moraleda.
Más de 8000 migrantes han cruzado, empujados por Marruecos, la frontera de Ceuta hacia España. De ellos, más de 1500 son menores no acompañados. Algo más de 5000 de estos migrantes han sido devueltos a suelo marroquí y las consecuencias de esta crisis todavía son imprevisibles. La crisis de Ceuta es el último de los episodios de tensión entre España y Marruecos, y en la Cápsula del Tiempo de Por fin no es lunes, Andrés Moraleda nos recuerda que las crisis con Marruecos son una constante en la relación con nuestros vecinos del sur.
Nuestro punto de partida es 1975. Con Franco agonizando, el rey marroquí, Hassan II, auspició la Marcha Verde y provocó que España abandonara el Sáhara Occidental, territorio que reclamaban nuestros vecinos. Y claro, con la muerte del dictador y después de este episodio. En este punto se sube a la Cápsula del Tiempo Haizam Amirah Fernandez, investigador principal del Real Instituto Elcano, especializado en el Mediterráneo y Mundo Árabe.
Hay un indicador que es clave a la hora de determinar la conflictividad de una frontera, y es la desigualdad. La que separa España y Marruecos es la frontera más desigual de toda la Unión Europea. El producto interior bruto de nuestro país multiplica por diez al marroquí, mientras que en 1970 lo hacía por cuatro. A mayor diferencia y velocidad de crecimiento, mayores tensiones entre ambos países. ¿Cómo han evolucionado estas tensiones a lo largo de nuestra democracia?
Los años 80 y 90: pesca y dos reyes 'hermanos'
Las tensiones entre España y Marruecos han ido creciendo a medida que la desigualdad entre los dos países se iba acentuando. Es algo que ha ocurrido poco a poco, con distintos gobiernos en España, y con una constante conciliadora hasta hace poco más de 20 años: la figura del Rey Juan Carlos fue clave durante la Transición y décadas de los 80 y 90, ya que su relación con Hassan II era excelente. Es que hasta se llamaban “hermanos”.
Seguramente esta amistad ayudó a que las relaciones entre ambos países fueran muy fluidas hasta la muerte de Hassan II en 1999. No obstante, la primera visita institucional de todos los presidentes del Gobierno Español (salvo la de Pedro Sánchez) siempre ha sido a Marruecos. Aunque eso no quita que siempre haya habido tensiones, por ejemplo, por las cuotas pesqueras, una constante durante los años de gobierno de Felipe González.
La crisis del Perejil
Todo cambió con la muerte de Hassan II. Su hijo Mohamed VI llegó al trono marroquí y hubo una escalada de tensión con el por aquel entonces gobierno de José María Aznar que supuso la retirada del embajador de Marruecos en España en octubre de 2001. Un hecho que precedió a la crisis más importante entre los dos países. Era julio de 2002, y un grupo de soldados marroquíes ocuparon el islote del Perejil con una tienda de campaña y un par de banderas marroquíes. El incidente obligó a Estados Unidos a intervenir, ya que podía haber desembocado en un conflicto armado entre los dos países.
Tras el fin de la crisis del islote del Perejil los ánimos no se aplacaron. En 2003, Mohamed VI denunció la ocupación de Ceuta y Melilla, pero a la vez el comercio con Marruecos crecía, algo que continuó ocurriendo durante el gobierno de Zapatero, a pesar de incidentes puntuales, que los hubo. Como la visita del Rey Juan Carlos y Doña Sofía a Melilla en 2007. Algo que no se tomaron muy bien en Rabat.
Mohamed VI llamó a consultas a su embajador en España y el primer ministro marroquí comparó la situación de Ceuta y Melilla con la ocupación israelí de Palestina. Pero este conflicto se solucionó unos días más tarde. Y es que como ha ocurrido en los últimos 50 años, la relación de España con Marruecos es una especie de ‘ni contigo ni sin ti’, independientemente de quién estuviera en el gobierno en cada momento.