En la mayoría de los casos, la cruda realidad nos muestra el siguiente escenario: Unos padres que tienen que trabajar de forma remota en espacios muchas veces no aptos, (ahí está la cocina como último recurso); con ordenadores limitados (uno o dos para toda la familia): con unos sistemas informáticos que a veces fallan, con una conexión a internet, muchas veces lenta y con unas habilidades informáticas de muchos usuarios, un tanto limitadas.
Por si esto fuera poco, no hay que olvidar nuestras obligaciones diarias: ordenar la casa, limpiarla, hacer la comida, mantenerse en forma con ejercicios diarios, salir (cuando toca) a hacer la compra.
Y lo más importante y quizá lo que más distorsiona la jornada de trabajo: la atención y el cuidado de los hijos…. Con sus constantes llamadas de atención, su guía de entretenimiento para pasar el día, eso sí sin que sufran una sobre exposición a las tecnologías y los videojuegos…Y LOS DEBERES… Hay que estar pendientes de que los hagan, de echarles una mano y de que cumplan con sus obligaciones.
Con este panorama… No es nada sencillo… Los datos lo demuestran. Ocho de cada diez madres tienen dificultades para teletrabajar y poder cumplir con los horarios establecidos. Lo dice una encuesta, “Esto no es conciliar”, realizada por la asociación “Yo no renuncio”, del Club de Malasmadres. El estudio refleja los principales obstáculos a los que se están enfrentando las progenitoras.