Colas kilométricas en algunas gasolineras, problemas informáticos, empresarios que prefieren no abrir para no tener que adelantar dinero de su bolsillo...esos son los primeros efectos de la improvisación con la que el gobierno ha diseñado la bonificación al precio del carburante.
Pero el gobierno pide calma, porque es como ese amigo que siempre se apunta a las cervezas pero nunca tiene suelto. Una vez más, hablamos de las formas. Prometer y que lo paguen otros, legislar por la puerta de atrás, abusar del Real decreto para sus políticas, ningunear al parlamento, también al poder judicial por ejemplo para encumbrar a la fiscal general o restarle protagonismo a la Corona. Un dechado de respeto a las normas que nos hemos dado.