La ley de amnistía ha quedado aprobada en el Congreso. El día de hoy será recordado como aquel en el que un presidente del gobierno aceptó borrar delitos a políticos solo si eran independentistas.
Delitos que van desde meter la mano en la caja hasta el terrorismo callejero. Su excusa, la reconciliación de España. La realidad, siete votos para perpetuarse. Y ha querido la casualidad que Sánchez ceda a tal indignidad el mismo día en que los independentistas le dejan tirado con los presupuestos convocando unas elecciones. Si no fuera porque las acciones de Moncloa las pagamos todos, lo llamaríamos justicia poética.