Historias del Valle Sin Retorno: A por todas / Shoot for the moon
Los Corcoran volvían de la boda de la hermana de Rachel en Montreal y la vida, a 65 millas por hora, transcurría de un modo previsible. Peanut, el bebé, dormía apaciblemente en el asiento trasero y Rachel practicaba el francés de Duolingo en el móvil. Infinitivos: “Je vais préparer le poulet” Translate what he said. I am going to prepare the chicken. Ta-dah… You are correct. Continue.
Mientras Dave, el agente de la DEC, se retocaba el flequillo comprobando con disimulo en el retrovisor la irremediable desertización de su cuero cabelludo. Los primeros árboles que caen con la seca resultan ser siempre los que tienen las raíces más alejadas del agua. Por eso la calvicie empieza por arriba, donde más escasean los vasos sanguíneos. Al pelo de la nuca, regado en abundancia, resulta mucho más difícil tumbarle. Por eso también, las últimas canas vienen siendo las que asoman por el cuello.
A punto de llegar a casa, una llamada de la comandancia lo trastocó todo. A un individuo en moto de nieve se la había hundido el terreno y pedían refuerzos para socorrerle. Dave colocó la sirena y, a toda prisa, recorrieron el mismo tramo de carretera por el que Rachel había visto hacía unos meses escapar al misterioso 4x4. A la misma velocidad, pero en dirección inversa. Aparcaron en la cuneta junto a un coche de policía local y dos camiones de bomberos. Abajo, en la vaguada, el accidentado estaba siendo felizmente rescatado. El individuo resultó ser individua. Julie Citron, una jovencita a la que, por tener muy poco pecho, el gracioso del pueblo le había colocado un mote que ahora utilizaba toda la comunidad cuando se referían a ella: Kansas, el estado más plano de la unión. La nieve acumulada en el lugar alcanzaba con facilidad los dos metros pero, por suerte para Kansas, su moto había chocado mucho antes con una superficie compacta: la carrocería de un Packard de color beige.
“Elle a envie de pleurer.” She feels like crying. Ta-dah… You are correct. Continue.
El desenterramiento del coche se empezó a realizar con palas por si aparecía algún cuerpo. Pero el procedimiento no le gustó al juez de paz que, nada más personarse, ordenó que saliera de la escena todo el mundo y se echase mano del elefante. El camión era en realidad una aspiradora inmensa con una larga trompa de lona que servía en Dannemora para chupar los montones de hojas que, durante el otoño, los vecinos iban rastrillando hasta las cunetas. Harvey McNees, el juez, pensó que el elefante serviría también para succionar con delicadeza la nieve en polvo y no se equivocó. En un par de horas, con excepción de algunos pedruscos de hielo, el descapotable estaba limpio.
El cuerpo apareció algo más tarde. En cuanto la escarcha pegada al asiento empezó a dar muestras de haberse teñido de rojo, McNees ordenó no tocar más el vehículo y amplió el campo de búsqueda. Pronto el elefante dibujó con su trompa el rostro de una mujer muy bella. Tendida boca arriba, con un gesto de dolor que la congelación había preservado intacto.
Te voir me rend hereuse. Seeing you makes me happy. Ta-dah… You are correct. Continue.
Rachel se impacientó. Estaba nerviosa y quería regresar a casa. Corcoran tuvo que acceder. Además, tampoco era cuestión de permanecer mucho más tiempo en ese escenario calzando zapatos de boda. Pero antes hizo una llamada al FBI. Un parque nacional es terreno federal y así lo establece el protocolo. Tras una larga espera, Chuck Madera se puso al teléfono. Dave le confirmó el nombre asociado a la matrícula del vehículo: Kathy Donahue. Madera pidió hablar con el juez y le solicitó que parase los trabajos por miedo a alterar posibles pruebas. “Si el FBI todavía tiene presupuesto para un helicóptero, nos veremos ahí en menos de una hora” le dijo.
“Aquí le espero” repuso McNees, y dio orden de que todo el mundo regresara a los vehículos. Dave se despidió de todos. Iba a dejar a su mujer y a su hijo en casa, cambiarse de ropa y volvería. Aquella misma noche, con el cuerpo de Kathy camino de la morgue en una ambulancia, al agente Glover le tocó hacer la llamada que más odiaba. “Señor Donahue?” “Sí…” “Soy el agente Glover, del FBI y tengo posibles noticias sobre la desaparición de su esposa.” “¿Quién es, cariño?” le susurró la mujer que estaba tendida en la cama, molesta porque John hubiera abandonado sus caricias para atender el móvil. “Shhhsss” le increpó John Donahue colocando una mano sobre sus labios. “Es la policía.”
“¿Puedes apagar ya eso?” le pidió Dave a su esposa intentando descansar después de una jornada tan larga. “Sí, uno más y termino.” “Elle l´a rendu hereux.” She made him happy. Ella le ha hecho feliz. Ta-chin…. Congratulations: now you´re 15% fluent in French!