La Nochebuena es un día muy importante para los comercios, también en las zonas afectadas por la DANA. Hace unas semanas estuvimos en Aldaia hablando con Carlos Catalá, carnicero, sobre lo complicado que era volver a poner en marcha el negocio. Afortunadamente, han podido abrir una de las tiendas.
Estuvieron tres semanas trabajando muy duro, con la ayuda de los voluntarios, "y teníamos claro que teníamos que abrir sí o sí porque estamos en campaña, no nos queda otra". Finalmente consiguieron abrir y esto les está dando un respiro anímicoy económico gracias al apoyo de la gente.
La tarde del 29 de octubre la riada pilló a Carlos, como a la mayoría de la población, totalmente desprevenido. Junto a su padre y su hermano fueron cerca del barranco de Aldaia, donde vive su tía María de 90 años, para ayudarle a subir al piso de arriba.
Aquel día había una sensación rara; "nadie nos avisó, pero los que somos de Aldaia sabemos que cuando llueve muy fuerte arriba viene para abajo, pero no pensábamos que tanto", explica Carlos a Alsina desde una de las zonas más castigadas por la riada. Finalmente consiguieron subir a su tía María arriba "y a todas las abuelas del barrio".
Su padre y su hermano se fueron delante en un coche y Carlos detrás, dos minutos después, pero no consiguió llegar a su casa. Se quedó atrapado en una calle paralela a la casa de sus padres y pudo refugiarse junto a otras personas en un portal desde donde veían "cómo el agua no paraba de subir, era una locura".
A las doce y media de la noche los vecinos de enfrente comenzaron a gritar "¡aguanta, aguanta!", refiriéndose a una persona mayor que estaba siendo arrastrada por la riada. "En un principio nos íbamos a atar a unas cuerdas pero era imposible por la fuerza del agua", cuenta, pero decidieron acceder por el tejado y los patios interiores hasta que se acercaron a esa mujer, Trini.
"Nos tiramos por el patio interior y cuando abrimos la puerta el panorama era bestia. Trini tenía casi dos metros de aguadentro de casa y ella estaba enganchada a una cortina", relata Carlos, que iba con dos chicos más. Cuando entraron, la corriente hizo que ella se fuera hacia la calle; "nadamos corriendo hacia ella, nos la trajimos y la intentamos subir como pudimos".
Sin embargo, no podían acceder al portal donde estaban antes. Por fortuna, había al lado una casa abandonada, rompieron la puerta "y ahí pasamos la noche Trini, dos chicos y yo".
Casi dos meses después de aquella terrible noche, Trini cuenta agradecida cómo los tres chicos le salvaron la vida; "fue un milagro, creía que me moría ahogada". Cuando la rescataron, Trini estaba como en estado de shock, no era consciente de la magnitud de la riada y le pedía a Carlos que bajase a cerrar las puertas, que eran de madera. Sin embargo, no quedaba nada, estaba destrozado.
"Yo estaba como un patito por el agua. Llevaba botas de agua y se me fue una y luego la otra, pero al suelo no toqué nunca", dice, lo que demuestra la cantidad de agua que había en su vivienda. Con historias como la de Trini, "se ve la fuerza que tiene el ser humano, cómo pudo aguantar ella", reflexiona Carlos.
Cuando empezó a entrar agua a su casa, Trini le hizo un nudo a la cortina. Al acercarse a la ventana, le vió una vecina de enfrente, que le enfocaba con una linterna y gritaba a los demás vecinos "¡aguanta, aguanta!", para que fuesen a socorrer a Trini. "No podía hablarle porque si hablaba, me entraba el agua", cuenta.
Al rescatar a Trini, estaba empapada y con hipotermia después de tantas horas en el agua. Carlos y los dos chicos, tuvieron que quitarle la ropa, "la envolvimos en plástico para que no perdiese temperatura y los vecinos nos tiraban nórdicos", explica Carlos, quien estuvo pendiente toda la noche de mantenerla con vida.
Lo peor para Carlos fue entrar a casa de Trini porque ya no oían respuestas por su parte. "Yo le decía al chico, y si entramos y está muerta, ¿qué hacemos? Pero no sé cómo aguantó", dice insistiendo en la fortaleza de Trini, que cuando recuperó la consciencia, no sabía lo que le había ocurrido.
A pesar de la tragedia, tanto Trini como Carlos coinciden en que lo importante ahora es que están vivos, que lo pueden contar "y que el mundo está lleno de personas buenas".