Javier Ruiz Taboada: "El tocapelotas se baña cada día en leche de burro"
El periodista finaliza 'Más de uno' hablando de los "tocapelotas" con los que, por desgracia, nos cruzamos a menudo en nuestro día a día.
Madrid | 06.04.2022 13:38
Hay una cosa que me cuesta entender, por más que me la intenten explicar los sujetos objeto de este cierre (que ni lo intentan), y es el uso de la mala leche como medio de comunicación con los demás, cómo fórmula para hacer amigos, como estrategia para adquirir notoriedad (“tontoriedad “diría yo, que no diré al no existir el vocablo).
El tocapelotas es un ser que parece no tener vida propia, ni vida en general, porque emplea todo su tiempo en desvivirse por hacerle imposible la existencia a todo hijo de vecino, cuánto menos vecino, mejor.
El tocapelotas se baña cada día en leche de burro.
Hubo una época en la que los impertinentes eran unas gafas con mango que evolucionaron a prismáticos de bolsillo que se usaban en la ópera y en el teatro para acercar el escenario al interesado o para cotillear detalles del público asistente a la sala. Hoy los impertinentes han evolucionado a idiotas sin mango con la mirada y el colmillo retorcido.
Si para sacarse el carnet de identidad hubiera que aprobar un examen teórico y otro práctico, como ocurre con el de conducir, algunos no podrían circular ni por dentro de su casa.
La mala baba deja un rastro y ese rastro al final acaba por señalar al caracol.
El tocapelotas es un caracol con la concha por dentro.
Un ejemplo: un personaje relevante traslada en las redes sociales su dolor por la muerte de un ser querido, el tocapelotas aprovecha para rematar al uno, rematar al otro y, de paso, anunciar que vende su coche a buen precio.
Y se queda tan ancho y tan tonto. El tocapelotas se baña cada día en leche de burro.