Madrid | 25.04.2022 13:52
No llevamos ni un cuarto de siglo y a este podríamos bautizarlo ya como el Siglo de las sombras, la Era de los ofendidos,Cien años de hostilidad o 20 problemas de humor y una fricción desesperada. La vie en prose: la vida en prosa, y muy poco poética.
Corremos el riesgo de que se incumpla la sentencia que afirma eso de que “no hay mal que cien años dure…” pero añadiendo: ni Metaverso que lo resista.
Va a llegar un momento en el que nadie se va a atrever a decir nada, diría más: va a llegar un momento en el que hasta no decir nada va a ser motivo de enfrentamiento. La callada por respuesta será también considerada una ofensa. La ofensa silenciosa.
Siempre se insinuó que “el que calla otorga”, pues ni otorgando se calmarán las malas lenguas. Los excesos se pagan y los defectos también. Y al precio que está todo, quién nos iba a decir que la ruina sería moral. Que la pobreza sería de lenguaje. Que el cabreo sería general, concretamente de división.
Es agotador tener que estar midiendo las palabra a cada frase y haciendo las frases cada vez más cortas. Doloroso estar todo el rato mordiéndose la lengua. Volverán las mascarillas para ocultar las llagas. Angustioso no poder hablar por hablar sin miedo a equivocarse. Estresante contar hasta diez cada dos por tres. Y cada dos por tres: seis.
De dar la razón, reflexionar o perdonar a los que nos ofenden ni hablamos.
Otra cosa más de la que no hablamos.