Madrid | 18.11.2021 14:23
El bulo tiene dos caras: la de sádico del que lo crea y la de bobo del que se lo cree.
Inventarse una noticia falsa con ánimo de molestar es una nueva forma de inquisición dotada de un moderno y sofisticado instrumento de tontuna.
Los tontos del bulo saben de la confusión que pueden llegar a provocar con sus inventos y que llegan a un público dispuesto a seguirles la corriente aunque ésta les arrastre al ridículo más espantoso una vez desmentida la fake news.
No hay nada más peligroso que un resentido con un teclado de ordenador, que un idiota con altavoz, que un mentiroso con eco, que un odiador sin cerebro. Pero les da igual, porque una vez hecho el daño, que es de lo que se trata, las consecuencias no les dan sino ánimos para seguir enredando, para desestabilizar el mundo sin caer en la cuenta que también ellos necesitan que funcione.
Los tontos del bulo, agazapados tras la pantalla de su ordenador, camuflados tras un seudónimo o en el más absoluto de los anonimatos, encantados de haberse conocido, se deben pensar los nuevos genios del mal, los nuevos villanos de Marvel y lo que es más triste, los más graciosos del barrio.
Podría terminar diciendo “que les den por el bulo”, pero no lo voy a decir porque, sin lugar a dudas, nada les gustaría más.