Hubo un tiempo en el que ponerse pantalones para una mujer era un gesto revolucionario. Fueron las mujeres manchegas las primeras en utilizar esta prenda de vestir, aunque cabe puntualizar que no lo hicieron como un acto reivindicativo, sino por practicidad a la hora de trabajar en el campo, pues el pantalón era más cómodo que las largas faldas.
En 1896 la revista 'Blanco y negro' ya dedicaba un reportaje a estas mujeres de Tomelloso, "el único lugar en España donde usan pantalones las mujeres, demostrando con esta prenda varonil que, como los hombres trabajan y con ellos alternan en las duras faenas del campo, ellas también pueden hacerlo".
Miguel Antonio Maldonado, investigador de Alcázar de San Juan, explica en 'Más de uno' cómo la población de Tomelloso creció masivamente en el último tercio del siglo XIX a causa de la alta demanda de vino. Eso generó una alta demanda de empleo de hombres hacia las industrias relacionadas con el campo y las bodegas.
Así, los oficios que quedaron sin mano de obra, fueron ocupados por las mujeres. Muchas de ellas eran las "terreras", encargadas de retirar la tierra que un hombre, el picador, había acumulado en espuertas, y las "lieras", que retiraban los restos pastosos que quedaban en las tinajas tras la fermentación del vino.
"Esos oficios necesitan una indumentaria más funcional que la de la mujer y, entonces, empezaron a llevar pantalones", cuenta Maldonado, que explica que esto también se dio en las minas de Inglaterra a finales del siglo XIX.
La ropa de trabajo ha ido evolucionando a lo largo del tiempo y según las necesidades de requeridas para cada labor. Pedro Castillo, gerente de la tienda 'Todolab' donde venden vestimenta para trabajar, explica que "antiguamente, se usaba para trabajar la ropa que no se usaba a diario".
Ahora, sin embargo, hasta la moda ha influido en la ropa de trabajo, para la que se estrechan o engrandan los pantalones según los oficios.
Al parecer, según dice Pedro, era habitual que el característico color azul de los monos de trabajo se pudiera conseguir en la zona de Vergara, en País Vasco. Allí se teñían las prendas con ese color, que era el más fácil de conseguir. "Ese fue el inicio, al importar tejidos de otros lugares y se generalizó en toda España", sostiene Pedro. Con el tiempo, según el trabajo al que se dedicase, el vestuario podía cambiarse de color.
En España el uso del mono va decayendo con los años y la tendencia es utilizar diferentes colores y estampados para la ropa de hostelería. "Hasta el negro, que era los más raro en el sector hostelero, ahora es de lo más habitual", explica Pedro.