Antonio de Zaragoza cuenta que está desencantado porque "fue una vergüenza, no me esperaba los tonos que se adoptaron". Lo mismo opina Marga, también desde la capital aragonesa, que señala que sus padres le enseñaron "que si pierdes las formas pierdes también la razón".
Nos vamos a Madrid para escuchar a Yamal, que defiende que los debates deberían ser más de esta forma: "Hay que decir la verdad", sentencia.
En Valladolid se encuentra Fermín, que asegura que la actitud de Pedro Sánchez le pareció "perfecta": "Ha dicho solo lo que pensamos la inmensa mayoría de la gente de izquierdas", afirma, e insiste en que "se debe adoptar ese tono" en los debates.
Desde Zaragoza nos llama Rosa, que asegura que "el señor Sánchez no estuvo a la altura porque solo se dedicó a insultar", y señala que "jamás votaría a un señor aspirante de esta categoría".
Y hablamos con el profesor Pancracio Celdrán, autor del libro 'Manual de insultos para políticos', que explica que "no fue tan grave el tono ni las palabras, sino más la gestualidad". Destaca "la crispación física que se vio en el rostro de Sánchez y la resignación un tanto obligada con la que recibía las acusaciones el presidente". Y añade además que el insulto es "el arma preferida para acometer al adversario, dejarle en ridículo ante la ciudadanía y sin respuesta posible".