| 28.09.2020 07:21
Si tuviéramos una contabilidad diaria, descubriríamos realidades tremendas. Por ejemplo, que, si murieron 30.000 personas como dicen los datos oficiales, el número de empresas caídas multiplicó por cuatro ese número de victimas. Si aceptamos la cifra de 50 y tantos mil, las empresas que cerraron sería más del doble. Si tuviésemos una contabilidad diaria, el pánico económico nos inundaría.
Si hubiera cementerios y morgues de empresas, no habría espacio para tanta defunción empresarial y habría que hacer inmensas fosas comunes. Y si contásemos las empresas que ahora mismo están en las UCI, salvadas por los ERTE, resistiendo como pueden con poca facturación, asumiendo pérdidas las que pueden o con la respiración asistida de créditos del ICO y de la banca, un alto porcentaje del mundo empresarial estaría en los hospitales.
Solo en el sector de la hostelería, miles y miles de establecimientos han cerrado o suspendido temporalmente su actividad en espera de que pase la oleada. Pensemos simplemente en la cantidad de letreros de las calles de "se vende", "se alquila" o "cerrado". Es la pandemia económica.
Creo que no hablamos mucho de ella quizá porque no tenemos datos puntuales; quizá porque no sabemos; quizá porque somos humanos y nos conmueve más una persona que una empresa. Y concluyo con una nota menos fúnebre: estadísticamente, todavía es soportable este grado de muerte empresarial. En la crisis anterior, el número de empresas que murieron ha sido de trescientas mil.