| 08.10.2020 07:21
Por poder, podía decir aquello tan socorrido y repetido de "el gobierno no comenta decisiones judiciales". Pero hubiera quedado frío, ¿no te parece? El propio Pablo le hubiera dicho: "oye, Pedro, qué frío has estado conmigo, que soy tu socio y vicepresidente". Y ya sabemos cuál es la prioridad de Pedro: salvar la coalición, salvar a quien le da la mayoría para gobernar y completar la legislatura, que esa es la intención íntima del glorioso acto con pianista que ayer celebró.
Para ello utilizó dos recursos que no cambian la ruta judicial, si es que existe esa ruta, pero tranquilizan al socio: no mostrarse preocupado, mensaje de confianza, y no cuestionar su limpieza, mensaje de seguridad. Estoy seguro de que, si Sánchez pudiera influir en el Tribunal Supremo para que no viese indicios de delito, lo haría, porque investigar a Iglesias, solo investigarlo, que antes hubiéramos dicho imputarlo, será dejar al gobierno cojo y herido en una de sus partes más sensibles.
Un vicepresidente investigado, y no digamos si se llega a pedir el suplicatorio, difícilmente podría seguir en el Consejo de Ministros. De momento apelo a la presunción de inocencia y a la presunción de imparcialidad de la Fiscal General. Lo que es seguro que le duele a Sánchez es que el episodio haya oscurecido su ceremonia de ayer. Lo deslució allí y en la prensa de hoy y eso no se perdona. Pero no es que Sánchez no se lo perdone a Iglesias. No se lo perdona al magistrado García Castellón.
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