Madrid | 06.06.2022 07:24
Si el relevo en la dirección de Junts se hizo antes de ayer, no tengo muchos datos para diagnosticar su futuro. Solo los discursos de arranque del nuevo equipo y la despedida de un presidente que no es cualquier cosa, porque se llama Puigdemont.
Ese es un hecho relevante, porque fue el gran gestor del procés, es un huido de la Justicia y su trabajo de los últimos años, si se puede llamar trabajo, se distingue por su odio a todo lo español. Ocurre, sin embargo, que la señora Borrás no es menos odiadora y ahí está su propósito confesado de repetir el procés, ignoro si con fuga incluida.
Datos para un pronóstico: las encuestas de intención de voto no son positivas para Junts; la nueva presidenta, Laura Borrás, presidenta a su vez del Parlament, afronta un procesamiento por cuatro posibles delitos de corrupción; su autoridad en el partido arranca mermada, porque su nombre tuvo menos votos que el de Jordi Turull en el congreso que acaban de celebrar; si juega a un independentismo radical, y el PSC es coherente, peligra su acuerdo en la Diputación de Barcelona, y eso sería pérdida de poder; debe decidir también su relación con Esquerra, que parece fundamental para la tensión independentista; y tiene que aclarar a sus votantes tradicionales por qué dejó de ser el partido del entendimiento para apostar por la confrontación dura.
Demasiadas incógnitas para apostar por un futuro feliz. Dejémoslo prudentemente en incierto. Muy incierto.