Madrid | 06.07.2022 07:29
Si las cosas que se dicen desde el sector Podemos fuesen ciertas y sentidas, estaríamos en el prólogo de la ruptura de la coalición. Pensemos, por ejemplo, que el señor Asens acusa a los socialistas de desleales, que es la acusación más grave que se puede hacer entre socios, empresariales o políticos.
Pensemos que Margarita Robles sugiere que Podemos se replantee su presencia en el Gobierno. Y añadamos que la discrepancia actual es sobre algo tan serio como la defensa nacional y los compromisos internacionales del presidente. La gravedad es máxima, y solo amortiguada por dos factores.
Uno, que las dos facciones llevan acumulados tantos desencuentros, que forman parte del comportamiento habitual. Y otro, que, si faltan 18 meses para las elecciones, todavía no llegó el momento de escenificar la distancia como táctica electoral.
Ateniéndonos estrictamente a lo de hoy, tiendo a unir dos circunstancias. La primera, que Yolanda Díaz no sólo reclama la reunión de la Comisión de Seguimiento, sino que lo hace con alharacas: quiere que se sepa y quiere que se la vea a ella liderando la protesta.
La segunda, que pasado mañana se presenta su espacio electoral, y veo una relación clarísima entre el cabreo sobreactuado y esa presentación. Es que no suscita la misma atención mediática una vicepresidenta dócil que una vicepresidenta que se lanza a la arena con la bandera de la rebeldía. Pero esto, todavía no es un dato. Es una intuición.