Madrid | 16.06.2022 07:49
Las veo de tres formas. Primera, como un gran ejercicio de cinismo por parte del Partido Socialista. Dice que meter en un gobierno a Vox es poco menos que poner una bomba en la línea de flotación de la democracia. Sin embargo, hace lo imposible para que Vox esté en el gobierno andaluz, como lo hizo para que estuviera en el gobierno de Castilla y León.
Si de verdad creyera que Vox es un peligro, haría lo que le sugiere Feijóo: se abstendría en la investidura de Juanma Moreno en un gesto patriótico acorde con lo que dice.
La única verdad es que el PSOE quiere el pacto de Vox y el PP porque lo necesita para su campaña de las elecciones generales. Piensa que agitando ese fantasma la izquierda gana mejor.
La segunda forma de verlo es con tristura. Tenemos gravísimos problemas políticos, económicos y sociales. Y llegan unas elecciones y el gran debate público no es sobre soluciones a esos problemas para que se pueda elegir entre varias opciones. No. De eso apenas se habla. De lo que se habla –y vale como ejemplo la pregunta que se me plantea- es de si Macarena Olona será vicepresidenta con Juanma Moreno. Me parece deprimente, tanto por parte de la clase política como de los medios de comunicación.
Y la tercera, qui prodest, a quién beneficia. Al pueblo andaluz, no. A los grandes partidos, tampoco. Beneficia únicamente a Vox, al que sitúan en el centro de la atención y la campaña sin gastar un euro ni hacer ningún esfuerzo intelectual.