Pero no deja a Podemos meter cuchara en Trabajo, donde están las pensiones; ni en Hacienda, donde están los impuestos, ni en transición ecológica, donde está el cambio climático. Y algo peor que esto: la prevención que expresó gráficamente Susana Díaz: "no puede haber dos gobiernos en uno". Ese es el fondo del desacuerdo: la desconfianza, el miedo socialista a que los ministros de Podemos reporten a Pablo Iglesias antes que a Pedro Sánchez, el pánico a dos disciplinas en el Consejo de Ministros.
Y algo peor: el temor paralizante a que Podemos se quede con la imagen más progresista del gabinete. Esos prejuicios lo condicionaron todo, y la evidencia que queda es que ni uno ni otro tienen claro en qué consiste una coalición de gobierno. La entienden exclusivamente como un reparto de sillones. Porque esa es otra, señores. hasta donde sabemos, no se negoció ningún programa. Hasta donde sabemos, no se buscó a las personas más idóneas para cada ministerio, cualquiera que fuese su color. Todo se quedó en un reparto de sillas. Solo salva el juicio del fracaso que a Sánchez le honra no querer presidente pagando cualquier precio, y a Iglesias le honra no aceptar cualquier cosa con tal de tocar poder.