Madrid | 10.02.2022 07:34
Yo estoy como el ministro Albares, que no entiende nada. Que sepamos, no hubo acción ni incidente que justifique esa salida de pata de banco, pero tampoco hay en las palabras de AMLO nada que explique a dónde quiere llegar.
Habló de pausar las relaciones, pero a continuación dijo que solo era un comentario. Le preguntaron si iba a expulsar al embajador o plantear oficialmente la pausa y respondió que “eso no se puede hacer”. Y mientras acusaba a las energéticas españolas de robar a México –supongo que se refería a que ganan dinero, grave crimen, parece un independentista catalán--, expresó su voluntad de buenas relaciones y pidió que no se confunda gobierno con nación. Es decir, que las naciones se llevan muy bien, pero él, como gobierno, está en el ataque.
“¿Es que no puedo hacer un comentario?”, se preguntó. De todo eso, a mí, querido Alsina, no me sale un análisis político, ni siquiera mezclando los supuestos afectos de Podemos y otras conspiraciones. Lo que veo es una colección de eructos que con buena intención se podrían calificar de trumpistas o de extremo nacionalismo que deben tener alguna intención interna, que es siempre electoral.
Con algo de peor intención me sale el retrato de un presidente arrastrado por la misma ola que derriba estatuas de colonizadores. Y con pésima intención, es decir, con realismo, me sale una suma de contradicciones que hacen daño, pero yo no las llevaría a un gabinete de crisis sino a una consulta de psiquiatra.