Madrid | 31.05.2022 07:34
Pues a mí, qué quieres que te diga, me parece ocurrente. Además, me gusta mucho eso de la “España polifónica”, que suena a pluralismo y a Orfeón Donostiarra.
Parece que estamos en días de gran creatividad, porque a la ministra Belarra también se le ocurrió lo del “optimismo sostenible”. Pero, centrándome en la propuesta de Puig, la verdad es que el presidente valenciano hizo un esfuerzo imaginativo, que yo lo enriquecería con modestísimas propuestas.
Llevaría a Extremadura las empresas Adif y Renfe, a ver si se enteran de cómo está el tren por allí. En Canarias, de las que al parecer se olvida el señor Puig, debe ser que le caen a desmano, pondría el ministerio de Migraciones.
Lo de crear subsedes o algo así de los museos del Prado y del Reina Sofía es original, pero a ver a quién le tocan las Meninas de Velázquez, con lo cual ya tenemos otro conflicto territorial.
Y quedan otras muchas instituciones que hay que desalojar de Madrid. Por ejemplo, las Reales Academias. La de Historia la llevaría sin duda al País Vasco. Y la Real Academia de la Lengua la pondría en cualquier ciudad de Cataluña.
O sea que la iniciativa del señor Puig es manifiestamente mejorable, aunque confieso que no acabo de ver la diferencia entre el reparto que propone y extender el mapa de España, coger dados con los nombres de instituciones y tirarlo sobre el mapa. Donde caiga, allá va la institución. E inauguraríamos un nuevo ciclo de la historia llamado “la era de las mudanzas”.