Madrid | 13.01.2022 07:29
Para responder a preguntas como esta, es útil intentar ponerse en la piel del protagonista de la película.
Escena primera: Aragonés recibe la invitación para hablar en Madrid. La acepta, incluso a lo mejor la pide: Madrid es un lugar de resonancia.
Escena segunda: se necesita un presentador o presentadora. Repaso de listas. Primero, los rechazos. Este no, que es facha. Este, tampoco, que es españolista. Alguien sugiere Carmena: osti, dice el president. Ese es el nombre.
Escena tercera: qué se dice. Y apuntan los asesores: ante todo, Catalunya, no vas a hablar de las macrogranjas. Dentro de Catalunya, la mesa de diálogo y tus aspiraciones. Tú eres independentista, ni un paso atrás. En Madrid te dirán que ya estás con el raca-raca,pero la oportunidad es única. La sala, llena de periodistas. Firmeza, president.
Deja claros los principios: no es que no renuncies al referéndum; es que es inevitable. Apela a los redaños de Sánchez. Dile que los tenga. Redaños como tú. Y algo de ultimátum: o ahora o nunca, dí que no habrá otra oportunidad.
Creo, Alsina, que más o menos así se preparan las cosas. Luego viene la interpretación que me pides: ¿impaciencia o palabrería? Pues algo de las dos. Pero, sobre todo, exigencias del guion: reafirmación de aspiraciones y una dosis de presión. No se es independentista si se renuncia a presionar. Nada cambia en el problema catalán. Me intriga más lo hablado después en la cena con Yolanda Díaz. Me intriga bastante más.