Madrid | 02.12.2021 07:38
La industria audiovisual de Cataluña vivió hasta ahora, y vivió brillantemente, sin la colaboración de las grandes plataformas. Pero es lo cierto que llegaron esas plataformas, y la industria audiovisual catalana entró en crisis. Si hace 10 años las producciones hechas en Cataluña eran el 50 por ciento de la producción total española, en 2019 descendieron al 31 por ciento y con tendencia a seguir bajando.
Estamos, por tanto, ante una crisis seria, “grave crisis”, decía ayer El Periódico de Cataluña, que supera la caída de otros sectores desde que Cataluña se metió en el procés. Están en juego miles de puestos de trabajo (30.000 según Esquerra, 15.000 según el Consell de l’Audiovisual de Catalunya) y una facturación de 4.000 millones de euros.
Producir en catalán el 6 por ciento del contenido de las plataformas sería una tabla de salvación. Un poco artificial porque se basa en una imposición legal y no en la capacidad creativa, pero cuando un moribundo quiere salvarse, no se detiene a examinar el color de la bata del médico.
Alguien se preguntará por qué Rufián no maneja ese argumento, y mi explicación es algo vulgar: sí, la maneja, pero en las conversaciones con el gobierno. Para el público en general, es más elegante hablar del idioma. Para la cultura catalana es convertirse en su defensor en el Parlamento español. Y para el público que le vota en Cataluña, decir que con el idioma no se juega tiene fuerza populista y la seducción del patriotismo.