Madrid | 13.05.2022 07:47
He aquí un buen retrato de la política española: hay que gobernar a salto de mata y con lo que se puede o se deja.
Los independentistas lo tienen claro: en cuanto ven una ley que se llama de Seguridad Nacional, entienden que es una ley contra la seguridad nacional de Cataluña, el País Vasco o Galicia. Los constitucionalistas, por la razón contraria, se alinean con el Gobierno y poco importa que Feijòo dijera el día anterior que Sánchez cede al chantaje independentista.
La geometría variable fue un buen invento que obligaba al Gobierno al pacto continuo. Ahora degeneró en género cómico, cuando la oposición salva al Gobierno y una parte del Gobierno se ahoga a sí mismo.
Cuando se necesitan escaños para aprobar una ley, no importa de dónde vengan. Para el decreto de medidas económicas, vinieron de Bildu. Para la Seguridad Nacional vienen de Vox. La diferencia es que Bildu se llevó el premio de los Secretos Oficiales y Vox no se lleva ni una mirada.
En la tramitación de la ley veremos si se acepta alguna idea de Feijòo o se le paga volviéndole a llamar partido de mangantes. Mangantes en la lucha por el poder, gente responsable cuando salvan a Sánchez.
Ante escenas como la de ayer y ante la situación del país, Sánchez quizá empiece a entender las ventajas de una gran coalición. O no, porque él disfruta con eso: para pasar por progresista, tiene a Podemos; para aparentar hombre de Estado, tiene a Ciudadanos, Vox y el Partido Popular.