Madrid | 14.06.2022 07:28
Este cronista no tiene formación para pronosticar una crisis, para qué voy a ponerme solemne. No tengo ni puñetera idea. Pero, como en las crisis recientes tampoco la tenían los más acreditados economistas, aplico lo que dice el pueblo y en mi tierra gallega el pueblo sabe que “cando o galego di que morre, morre”. Cuando el gallego dice que muere, muere.
Los titulares de un día no son suficientes para un diagnóstico, pero sí para dar miedo. Y si los titulares hablan de pánico en las Bolsas, y las Bolsas llevan dos días hundidas, podemos hablar de tendencia y de que algo está pidiendo la extremaunción.
Si todo viene precedido por el rumor de que los grandes inversores están tomando posiciones, es que temen tiempos duros. Si viene acompañado por noticias negativas a cuyo frente se encuentra la inflación, algún problema existe.
Si la dimensión del desastre es mundial, es difícil de contener. Si hay un problema de materias primas, en algo se tiene que notar. Si las primas de riesgo suben, algo ha perdido la confianza. Si se habla de seísmo, en algún lugar tiembla la tierra.
Y no olvidemos dos lecciones. La de la gran recesión de 2007-2008 es el factor psicológico: cuando la gente dice que hay crisis, hay crisis, aunque el Gobierno la niegue. Las crisis se alimentan a sí mismas.
La segunda, lo que está ocurriendo es porque se retiran los estímulos. Y aquí sí que hay un principio infalible: una economía a la que hay que poner postes es una economía que se cae.