La llamada al Senado de Barbara Rey es la continuación de la entrada del coño en el Parlamento. Y como nuestro Parlamento es bicameral, la Cámara Alta apunta más alto y quiere oír el uso del taco de boca de Bárbara Rey. Más que nada, por su apellido, que le da un aire mayestático, aunque pecador. Como en el Senado no hay mucho que hacer, alguien dijo: vamos a animar la cosa, y se le ocurrió hacer un “Sálvame” sobre salva sea la parte.
La disculpa es indagar si a la señora Rey le compraron el silencio con fondos reservados u otros generosos pagos. Supongamos que la señora Rey cobró. ¿Cómo sabe que eran fondos reservados? Supongamos que el pago fue con programas de televisión. ¿Va a decir que no fue por sus reconocidos méritos artísticos? ¡Venga ya! El senador de Compromís que hizo la propuesta y gustó al presidente del Senado no quiere conocer la verdad. Quiere echar basura sobre el Emérito, ahora que todo es creíble. Con llamar a Bárbara ya está echada.
Y sobre la pregunta de la justificación, tengo dudas. Si se trata de hablar de secretos oficiales (y los gastos reservados lo son), el Senado no tiene competencia. La Comisión de Secretos está en el Congreso. Otrosí: la señora rey es una señora privada, sin cargo público, que no tiene por qué ser convocada si no hay comisión de investigación. Si el senador convocante quiere un espectáculo y Bárbara Rey es una actriz, debería mandar por delante a su representante a explicar cuál es su caché.