Madrid | 18.06.2019 07:21 (Publicado 18.06.2019 07:16)
Y algo peor: nos hace dudar de su capacidad negociadora porque, conociendo el estado de necesidad de Colau, no tuvo la previsión de ponerle una única condición: la renuncia de la alcaldesa a lucir los símbolos y los gestos independentistas, que tienen tanto valor de imagen como el pensamiento.
Y perjudica a Albert Rivera por el momento en que se produce: las grandes discrepancias entre él y Manuel Valls no son por el independentismo, que ambos piensan igual. Son por las alianzas que Ciudadanos suscribe con Vox a través del Partido Popular.
¿Y qué ocurre con la ruptura? Que la imagen que peligrosamente acecha a Ciudadanos es la de un partido que se escora hacia la derecha, incluso hacia la extrema derecha y por ese deslizamiento conservador pierde el valor de centro con que se presentó al electorado español.
Y, respecto al ayuntamiento de Barcelona, Ciudadanos debe una explicación: si Colau es para este partido tan independentista como Maragall, ¿cuál es la solución que propone? ¿Dejar el terreno libre a Maragall para que ponga el ayuntamiento al servicio de la secesión? Ese sería el destino anunciado. Colau pone el lazo amarillo; pero, al menos, tendrá el contrapeso en su gobierno del propio Valls y el PSC.