Me imagino e estos últimos rebuscando entre sus prendas deportivas. No ya anticuadas o remotas, sino incompatibles con el deterioro físico. Van a proliferar los runners impostores.
Al menos hasta que se agoten transcurrida la primera vuelta a la manzana. No digamos si deciden salir con mascarilla. Los imagino asfixiados. Y frustrados en el fracaso de la operación salida.
Casi era mejor que se hubieran vestido de blanco con un pañuelo rojo en el cuello. Y que hubieran salido a la calle con un periódico en la mano. Si se trata de soltar adrenalina, mejor parodiar los sanfermines que evocar a Eliud Kipchogue. Si es que supieran quién es, claro.
Una carrera limpia y rápida. Un par de minutos. Y la recompensa de leer el periódico después. Porque no veo que los runners impostores sean capaces de cumplir las promesas que se han hecho a sí mismos cuando escucharon a Pedro Sánchez anunciar el pistoletazo de salida.
Habéis cogido peso, reconocedlo. Habéis consumido más harina, más cerveza, más vino y más chocolate. No lo digo yo. Lo dicen las estadísticas de consumo del supermercado.
Y pensabais que salir a correr este fin de semana representaba la oportunidad de redención, pero el desengaño y el escarmiento se anuncian feroces, como se anuncian inquietantes las urgencias hospitalarias por esguinces, lesiones musculares y crisis respiratorias.
Respetad al verdadero runner, Félix José Casillas, Marlasca, por ejemplo. Y no comprometáis las pistas ni los circuitos urbanos. Si no habéis corrido nunca o no lo habéis hecho desde el colegio, tampoco hace falta que lo hagáis ahora.
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