EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a monseñor Setién: "Reconozcámosle sus aportaciones al lenguaje, de tal forma que un etarra era un revolucionario"

Entono el mea culpa. Y tiene sentido entonarlo en latín porque el indulto se lo dedico a monseñor Setién, cuya muerte no encontró excesiva compasión en este espacio hace unos días, ni lo tuvo en un artículo escrito por un servidor de Dios en El País y degradado por Iñaki Anasagasti a la categoría de asqueroso.

Rubén Amón | @Ruben_Amon

Madrid | 18.07.2018 10:06

Me excuso pues con la memoria del obispo donostiarra, aunque se me podrán conceder algunos aciertos. Predije, por ejemplo, que no resucitaría al tercer día. Y no predije sino dije que el anillo del pastor acariciaba a los chacales de ETA.

Quizá no fue exactamente así. Quizá fue peor incluso, pero es verdad que no se debe hablar mal de los muertos. Exclamemos entonces, qué bien, ha muerto monseñor Setién. Que fue lo que dijo Bette Davis cuando murió Joan Crawford.

Y reconozcamos al pater la indulgencia que merece su dislexia con los diez mandamientos y con los pecados capitales. Y reconozcámosle a Setién sus aportaciones al lenguaje, de tal forma que un etarra era un revolucionario. Y la independencia de Euskadi era un derecho alienable del pueblo vasco.

La forma de conseguirlo importaba poco a Setién, porque era muy desprendido. Y porque tanto valía el humo del incienso y el de la pólvora. Y porque los años de plomo formaban parte del martirologio. Un osario de inocentes desde el que podría construirse la patria nueva.

No ha sobrevivido monseñor para bendecirla desde el púlpito, pero casi llega a tiempo de sumarse a este referendum provocativo que PNV y Bildu, cada vez más cerca, ultiman para desafiar al Estado y darle sentido a las homilías propiciatorias y premonitorias del obispo difunto.

Un hombre de paz, Setién, de la paz de los sepulcros. Que Dios le perdone, pedimos desde aquí, aunque en Dios no creamos.