La ópera que nació en un campo de concentración nazi
Marina Hervás homenajea la liberación -hace hoy 80 años- del campo de concentración nazi de Terezín, que no está entre los más famosos, pero sí es uno de los más particulares. Allí, se desarrolló una gran actividad cultural porque muchos de sus prisioneros fueron intelectuales de su tiempo: pintores, escritores, músicos…
Durante la Segunda Guerra Mundial, en la República Checa a unos 60 kilómetros al norte de Praga, se levantó el campo de concentración de Terezín. Los nazis aprovecharon un antiguo pueblo amurallado y una fortaleza del siglo XVIII para crear en 1941 un gueto donde, durante 4 años, fueron encerrados los judíos procedentes sobre todo de Bohemia y Moravia.
Terezín no fue un campo de exterminio, sino que fue concebido como lugar de tránsito hacia otros campos donde sí se practicaba el genocidio, principalmente Treblinka y Auschwitz-Birkenau. En Terezín, y a pesar del hacinamiento, la enfermedad y los trabajos forzados, se desarrolló una intensa actividad cultural, pues muchos de sus prisioneros eran intelectuales de su tiempo, pintores, escritores, músicos…
Las orquestas de los campos de concentración nazis
La afición a la cultura que tenían los nazis hizo que algunos de sus campos de concentración tuviesen su propia orquesta o Lagerkapelle. Lo de kapelle viene de la “capilla”, es decir, los músicos que tocaban en las iglesias. Este cínico gusto nazi por la música convertía a los miembros de la Lagerkapelle en seres de relativo privilegio; por ejemplo, solían recibir más y mejor comida, o les daban cigarrillos (que allí era la moneda de cambio oficial más importante).
Su labor diaria consistía en tocar música que acompañase el comienzo y el fin del trabajo en los campos, como si fueran los títulos de crédito de una película macabra, una cosa muy sádica.
El papel propagandístico de la música
En el campo de Terezín, además, la música tuvo además un papel propagandístico. Y esto es porque este campo de concentración tenía un estatuto un tanto especial, porque servía para mostrar a la opinión pública que en los campos de concentración en realidad se vivía de lujo y que no se maltrataba a los judíos. Y por eso Theresiendstadt (su nombre en alemán) era el escaparate que se mostraba cuando alguna organización internacional se interesaba por saber cómo eran esos campos.
En 1944 una delegación de la Cruz Roja visitó el campo de concentración de Terezín. En aquella ocasión, Terezín fue cuidadosamente modificado para dar la apariencia de que era un lugar estupendo. Para reforzar la mentira, y aprovechando las grabaciones que hicieron durante la visita de la Cruz Roja, el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich hizo una película: 'El Führer le regala una ciudad a los judíos'.
De todas formas, hacer esa película no libró de la muerte a su director: era Kurt Gerron, un prisionero judío alemán, que fue enviado a Auschwitz nada más acabar el rodaje. Y lo mismo le sucedió a Hans Krása, que fue el compositor de una ópera escrita para niños que, aunque se había estrenado en 1938, en Terezín se interpretó en 1942 gracias a que Krása volvió a escribirla de memoria. Se representó en más de 50 veces, una de ellas en la visita de la Cruz Roja.
'Der Kaiser von Atlantis', la ópera que nació en un campo de concentración
En Terezín también se escribió la ópera titulada Der Kaiser von Atlantis (o El emperador de la Atlántida), de Viktor Ullman, con libreto de Franz Peter Kien en 1943.
La pieza comienza con un anuncio a través de un altavoz, como si fuera megafonía. Hay que pensar que los primeros altavoces comerciales comenzaron a distribuirse en 1930, por lo que en el periodo nazi era pura novedad. Acordaos de esos hiper masificados discursos de Hitler, en los que los altavoces permitían escucharle con nitidez incluso al fondo.
También en los campos de concentración losaltavoces servían para organizar el espacio sonoro y físico. Así que el altavoz es una forma de jerarquizar unas voces sobre otras. Por eso no es casual que otorgue este “Prólogo” al altavoz.
Quitarle el poder al Führer mediante la ópera
La historia, en resumen, trata de averiguar qué pasa si la muerte decide que ya no muere nadie. Es la única forma que, en medio del horror, se le quitaría el poder al Führer. El trabajo melódico del inicio tiene un recorrido circular: representa la vida que ha perdido su sentido. Todos los días son igual.
La ópera puede parecer una especie de parodia de Hitler, una forma burlona de referirse a su megalomanía. También, es una forma de integrar en esta burla la teoría desarrollada en 1930 por el ideólogo nazi Alfred Rosenberg que vinculaba lo ario con la Atlántida.
Hay una referencia clara: el comienzo del canto de la tamborilera es una versión del himno alemán nazi. Ese himno en realidad es el mismo que tiene ahora Alemania (una composición de Haydn de finales del XVIII); los nazis lo que hicieron fue ponerle otra letra.
¿Qué pasa si la muerte decide que ya no muere nadie?
El comienzo del aria de la tamborilera explica que "nuestras tierras han sido devastadas por una pandilla de ladrones, que hemos decidido erradicar por todos los medios". Los ladrones podrían ser los judíos y la solución es, por tanto, "la gran y santa guerra de ¡todos contra todos!". Y la muerte rompe su guadaña para evitar matar.
En la segunda escena se muestra el palacio del emperador, donde le llegan las primeras noticias de la guerra a través del altavoz. Éste le cuenta que la muerte ya no mata. Para caracterizarlo, se utiliza el estereotipo de los alemanes hiper ordenados y estrictos. Un colgado debería hacer muerto a las 16:13 y ¡son las 17:35 y todavía no lo ha hecho!
El Kaiser se pregunta: ¿Me estaré volviendo loco? Y si es verdad que la muerte no mata, ¿Quién me temerá en el futuro? Ya sabéis cómo es la propaganda. Ante esta situación, le da la vuelta a la cosa a su favor: se atribuye haberle dado “el secreto de la vida” a los humanos.
Vamos a hora a la tercera escena (aquí hay salseo). Se encuentra Bubikopf (que es una doncella armada) con otro soldado. Primero luchan y se intentan matar pero, como el que no quiere la cosa, se terminan enrollando. Pero, ¿qué ocurre? Pues que a la tamborilera no le parece bien este "flower power" de Bubikpof, y les dice a los soldados que sigan luchando. Frente al lirismo anterior, se contrapone una música muy básica, incisiva, que insiste en que "el tambor te llama a la lucha".
Vamos con el desenlace. Que además, ojo, ¡sale la radio! Porque la obra concluye con una conversación del Kaiser con su altavoz y la radio: le va contando que, con eso de que la muerte ya no mata, las fuerzas rebeldes van avanzando. El altavoz le dice la última sentencia y es entonces cuando arranca un delirio entre el arlequín, la tamborilera y el Kaiser. Y así, aparece el personaje de la muerte. El Kaiser, desesperado, le pide que vuelva. La muerte tiene, sin embargo, una condición: que sea él el primero en volver a morir.
La ópera concluye con un coral de Bubikopf, el arlequín, la tamborilera y el altavoz. Le piden a la muerte, como probablemente querrían los presos en los campos de concentración nazis, que viniese ya a por ellos: "Alívianos de la pesada carga de la vida. Danos el reposo después del sufrimiento y las miserias".
Ullmann fue deportado a Auschwitz
La ópera no llegó a estrenarse en el campo de Theresienstadt: en los ensayos, los nazis se dieron cuenta del componente satírico y la prohibieron. Se estrenó, finalmente, en 1975.
Que sirva esta escucha como homenaje: Ullmann nunca llegó a verla estrenada. La acabó en febrero de 1944, pero en otoño fue deportado junto a su mujer a Auschwitz. El bibliotecario de Theresienstadt conservó la partitura.