La invención del verano musical: desde Vivaldi hasta Aitana
En 'Más de uno', Marina Hervás repasa cómo el verano se ha inventado musicalmente a lo largo de distintas épocas, géneros y estilos.
Antes del siglo XIX, el verano se había entendido, dicho muy rápidamente, como un periodo en el que descansar después de la intensidad de la primavera y en el que prepararse para el otoño. Y venía marcado, únicamente, por la propia la naturaleza. Y aquí entra Vivaldi: porque ése es el contexto del verano de 'Las estaciones' (Concerto n.º 2 en sol menor, Op. 8, RV 315, «L'estate») de Antonio Vivaldi
Poco a poco se retira esa centralidad del verano desde sus efectos en la naturaleza. Los románticos, en el siglo XIX, comienzan a ver en el verano una ocasión para el ligoteo, adelantándose un poco a nuestras verbenas contemporáneas. Un ejemplo muy claro es Tchaikovsky, o mejor dicho, su editor Nikolay Bernard, que añadió el siguiente texto a la pieza de “Junio” de su composición Las estaciones (op. 37a).
Lo que escuchamos, por cierto, es una barcarola: lo sabemos por el tipo de ritmo que utiliza, donde parece que se imita el movimiento de un barquito en al agua, pues su origen viene de los gondoleros venecianos. La barcarola más conocida, creo, es esta escrita para la ópera 'Los cuentos de Hoffmann' por Offenbach (y escuchamos a esa barca con el chinchin-chinchin).
¿Cuándo se crea la canción del verano?
Una de las teorías que se manejan habría que remontarse a finales del siglo XIX, con el desarrollo de la música popular estadounidense, sobre todo en los espectáculos de vaudeville. Fijaos en este texto que apareció en el New York Tribune el 5 de junio de 1910: es un texto en el que el autor se pregunta en estos términos cuál será ese año la canción de ese verano. Y dice: “¿Será humorística? ¿Será sentimental? ¿Será basura sin paliativos?”.
El año anterior, en 1909 había sido un “pepinazo”, como decimos hoy, la canción My Wife’s Gone to the Country! Hooray! Hooray!, escrita por Irving Berlin, Ted Snyder y Geo Whtiting. El título nos anticipa bien lo que dice el estribillo. Es un canto de celebración de estar “de Rodríguez”.
Elementos que debe tener una canción de verano
Dejando de lado el horror de letra, es que Irving estableció al describirla una especie de lista de elementos que tiene que tener una buena canción veraniega: tratar lugares comunes, familiares; que sea fácilmente cantable; y que sea divertida, sencilla. A partir de aquí, comenzó a ser un tema habitual de las publicaciones veraniegas determinar ese carácter “de verano” de los éxitos musicales de cada año.
Para que exista el verano tal y como lo entendemos hoy en día, necesitamos vacaciones. Vacaciones significa no trabajar, pero ojo: vacaciones pagadas, que esto es un logro social. No olvidemos que antes del siglo XX, las vacaciones, los “retiros” solo los disfrutaban las clases más pudientes.
Pero poco a poco la conquista de derechos laborales lograron que los obreros también accedieran a ellas. Y así se crearon, ya bastante avanzado el siglo pasado, espacios de vacaciones y productos de consumo asociados al verano. Por ejemplo: las urbanizaciones y hoteles en la costa, los chiringuitos… y claro, las canciones del verano.
El éxito de la música italiana
Esto se llamó la democratización de las vacaciones, un fenómeno que se dio en los años sesenta. El festival italiano Disco per l’estate, que está considerado el antecedente más claro, arranca en 1964. Aquello fue una forma de activar las ventas de discos en verano, igual que el Festival de San Remo lo hacía en invierno.
Básicamente, se trataba de que cada compañía discográfica mandaba a la RAI sus propuestas de temas (uno, dos o tres) de autores italianos. Se emitían por la radio y se votaban. Las más votadas pasaban a una final televisada. Y fue un gran éxito. Tanto que pronto se adoptaron versiones de este “Disco per l’estate” mediante la creación de listas o votaciones en la radio.
Los primeros en ganar fueron Los Marcellos Ferial con una canción que se titulaba “Sei diventata nera”. La cultura italiana fue acogida con mucha simpatía a mediados del siglo pasado en muchos países. En Estados Unidos, por ejemplo. No solo por crooners de origen italiano, como Frank Sinatra, sino también por otros artistas como Elvis Presley, que hizo su propia versión de 'O Sole mío' en su 'It’s now or never'.
Pero el éxito definitivo de la canción italiana llegó con 'Nel Blu di Pinto di Blu' de Domenico Modugno, que había ganado el Festival de San Remo de 1958. A mucha gente este éxito le pareció incomprensible, porque frente a las voces aterciopeladas de Perry Como o Frank Sinatra, Modugno era un poco gritón.
Ese mismo año, en 1958, empezó a publicarse el Billboard Hot 100, es decir, la lista de los 100 éxitos. Hasta ese año, la lista se dividía en varios apartados: “los más vendidos en tiendas”, “las más pinchadas”, “las que más se ponen en los jukeboxs”. La lista de 1958, sin embargo, aunaba todos los aspectos. Y fue importante porque permitía ya tener algún criterio para establecer cuál era la canción del verano: la candidata principal era, lógicamente, la que estuviera número 1 entre junio y septiembre. Así, desde el 58, se puede hacer un repaso de cuáles han sido las canciones del verano.
Se abandonó el componente negativo del verano
Un elemento importante de esta “invención del verano” es el abandono paulatino del componente negativo que escuchábamos al principio provocado por el calor y la languidez. Ahora es el verano es un periodo divertido, un tiempo en el que el calor se compensa con las noches a la fresca. De esto hay un ejemplo muy claro: la canción “Summer in the city” de The Lovin’ Spoonful (1966), que comienza muy plana, quejándose del calor y del sudor, de las ciudades muertas, pero que luego se anima cuando dice (pero por la noche es un mundo diferente…, vamos, baila toda la noche, pese al calor todo irá bien…)
Los años 90 y la consolidación de la canción del verano
En los 90, que es la década definitiva del asentamiento de la canción del verano, sucedió algo más: la eclosión de las coreografías. Esto tiene varias explicaciones, pero una básica. Nos podíamos saber la canción pero, ¿qué debíamos hacer en la pista de baile? Pues eso: ahora, además de cantarlas, queríamos también bailarlas.
La gran revolución fue laMacarena, que es del año 1992. Y a partir de ahí tenemos cientos de ejemplos: “El aserejé”, de Las Ketchup; la “Mayonesa”, de Chocolate Latino, o “Saturday Night” de Whigfield. ¿Os acordáis que la última vez hablamos de cómo en la época actual nos relacionamos con el pasado de una manera retromaníaca, esto de la nostalgia, de acudir a referencias del pasado, de nuestra infancia?
Esta queda lejos, pero Aitana está triunfando ahora con 'Las Babys', que apunta maneras a ser la canción de este verano. En esa canción se samplea precisamente el “Saturday Night” de Whigfield (de hecho, Aitana hace una referencia directa en su videoclip al de Whitfield) y actualiza la canción a la fiesta con amigas, retirando la centralidad de salir a ligar o con el ligue (como en la original). También la acelera y fortalece la producción con más electrónica.