Monólogo de Alsina: "El papel que desempeñó el marido de Cospedal a la hora de conseguir información confidencial sobre las investigaciones de la Gürtel"
El Madrid anuncia hoy a su nuevo entrenador. Antonio Conte, ex del Chelsea. Lopetegui, 5-1 en el Camp Nou, ya es historia.
Y Brasil ha elegido nuevo presidente. Bolsonaro, el populista de derechas homófobo y machista que hereda una nación castigada por la corrupción y la violencia. Fin a dieciséis años de victorias electorales de la izquierda.
Pero el asunto que a esta hora tiene echando humo los grupos de guasap de políticos y periodistas en España es Villaerejo. Lo nuevo del comisario y su interminable fonoteca.
Tranquilícese Sánchez que esta vez no salpica a ninguno de sus ministros. Hoy le toca al PP hacer eso que le reclamó al gobierno cuando las grabaciones anteriores: dar explicaciones. ¿Sobre qué? Sobre la conexiónVillarejo de Cospedal a través de su marido, López del Hierro. O dicho de otro modo, sobre el papel que desempeñó el marido, interlocutor frecuente del comisario, a la hora de conseguir información confidencial sobre las investigaciones de la Gürtel. Hay grabaciones que empiezan a difundir a esta hora Moncloa.com y El Confidencial. Grabaciones en las que habla Villarejo con López del Hierro entre junio y noviembre de 2009 (les recuerdo que las detenciones de la Gürtel se producen en febrero de ese año).
El caso está, por tanto, y en aquel momento, en ebullición judicial. Y dirige la investigación el juez al que los policías amigos de Villarejo, y él mismo, llaman Balta. Baltasar Garzón. La relación entre el comisario y el juez era lo bastante estrecha como para que Villarejo invitara a la comida de celebración de su medalla (ese mismo año) al magistrado que, a su vez, invitó a la fiscal Delgado, hoy ministra.
De Villarejo ha quedado claro, ahora que se ha ido sabiendo todos los manejos en los que anduvo, que jugaba a todos los palos: vendía sus servicios al que estuviera dispuesto a pagarlos. Era amigo del juez que investigaba la Gürtel pero también del novio (y luego marido) de la secretaria general del partido investigado. Villarejo comenta con López del Hierro cómo ha conseguido retrasar una investigación sobre pagos en B en el PP valenciano, se atribuye el mérito de que se haya archivado el sumario de los trajes de Camps y cuenta que ha avisado a Cotino para que se deshaga de papeles comprometedores antes de que se produzca un registro. Villarejo aparece como garganta profunda de Cotino, ex director general de la policía, a quien informa de investigaciones en marcha antes de que éstas trasciendan. Y se reivindica en sus conversaciones con el marido como proveedor de favores al PP. No sólo eso, comenta con López del Hierro cómo Cospedal puede colgarse la medalla, ante el PP valenciano, por los servicios que está prestando Pepe, a saber, Pepe Villarejo.
El marido de Cospedal ha sido mencionado en las investigaciones de la Gürtel porque en los papeles de Bárcenas aparece como donante de dinero en B un tal Lopez H. o López Hierro. El tesorero llegó a confirmar que su anotación se refería a López del Hierro, pero éste nunca llegó a estar imputado. Un par de recordatorios que hoy parecen pertinentes:
• Primero, esta pregunta que se hizo Álvaro Pérez, el bigotes, en su comparecencia en el Congreso.
• Segundo, este comentario que anotó Ignacio González cuando aún era presidente de la Comunidad de Madrid: "Café con Pepe Villarejo y el Gordo en la Menorquina en Sol: Villarejo me dice que él es comisario en activo pero que tiene empresa propia, que es amigo del marido de Cospedal desde hace treinta años y que ayuda a Maria Dolores".
Y si quieren, un ejercicio de memoria más. Esto que dijo hace un mes Rafa Hernando sobre la ministra Delgado por haber compartido comida con Villarejo en 2009.
Hoy le toca al PP explicar qué relación tuvo la secretaria general Cospedal con las cloacas.
Y al PSOE lo que le toca es aplicarse su propia doctrina. No hacerse eco, ni dar importancia, a lo que pueda aparecer en una conversación privada grabada por un presunto delincuente que intenta chantajear al Estado. ¿No era eso?
Del serial catalán, tramas un poco repetidas, qué quieren.
El guionista jefe, desde su sofá de Waterloo, confiaba en producir un subidón de los espectadores con la escena en que él mismo se pone de parto…
…y da luz una nueva criatura. Dices: ¿qué ha sido, otro Torra? No, una crida. Ya tiene la parejita: un Torra y una Crida. ¿Y la niña cómo es? Pues puigdemona, como su padre. Muy de hacer ruido pero con poca consistencia.
Es la nueva niña bonita de papá y eso tiene a sus hermanos mayores del PDeCAT mirándola con recelo. A ver, si cada nueva marca electoral que se inventa el de Waterloo sólo sirve para diluir aún a la Convergencia de siempre e ir desarticulando lo que queda de la vieja guardia del arturismo.
La crida ésta, que es Puidegmont tuneado, se ocupará de hacer las listas para las elecciones municipales y de jalear los discursos de Torra, que son, claro, los de su padre fundador. Por ejemplo éste al que le ha cogido gusto ahora y que dice que como el Tribunal Supremo condene a los del procés, él no lo va a aceptar. No lo va a aceptar y no lo va a aceptar.
Claro que el viernes le preguntamos aquí a este otro hijo de Puigdemont que es el consejero del Interior, Miquel Buch, en qué se traducirá no aceptar una condena y qué quieren que les diga, que no sacamos nada en claro.
Sacamos casi lo mismo que cuando le preguntamos qué va a ser esto del Consejo de la República que se presenta esta semana. Otra marca de la factoría Puigdemont que ni sus hijos más queridos son capaces de explicar cómo se come.
Un año después de la proclamación alucinógena de la República, se cumple este lunes un año justo de la noche en que Puigdemont se metió en el coche de extranjis y se largó a Bruselas huyendo de la querella que a la mañana siguiente iba a presentar la fiscalía. Para entonces ya era presidente destituido en virtud del artículo 155.
Ahora que estamos todos los medios recordando cómo fueron aquellos días de 2017, es interesante recordar que Puigdemont estuvo a punto de convocar elecciones autonómicas en lugar de proclamar la independencia (con Urkullu de casco azul entre la Moncloa y el Palau) y que fue Esquerra Republicana quien torpedeó aquella salida. Fue Rufián quien tuiteó lo de las treinta monedas y fue Marta Rovira quien más cizaña sembró para impedir que Puigdemont convocara. Lo cual da idea de hasta qué punto tiene la habilidad Esquerra de pasar siempre como el pragmático y el moderado a los ojos del gobierno central (el de antes y el de ahora) cuando a la hora de la verdad fue quien más tensó la cuerda para que el desenlace fuera la secesión y el artículo 155.
Junqueras consiguió engatusar a Soraya Sáenz de Santamaría y todo indica que ha vuelto a conseguirlo con el gobierno Sánchez. Entregado a la labor evangelizadora en favor de la rebaja de cargos para los procesados y de la crítica cada vez menos sutil a quien ose cuestionar la estrategia del Ejecutivo. Esto que le gusta decir a la vicepresidenta Calvo: que todos tenemos que remar en dirección a la paz, la bondad y la concordia. Que es la forma de advertir de que quien no lo haga será tachado de extremista y radical.
Al serial, por cierto, le ha salido competencia en TV3.
Hay que reconocer que el momento televisivo de mayor interés (y también de mayor bochorno) es éste que ofreció la cadena autonómica el viernes noche. Cuando se entrevistaba en plató al ex alcalde de Medellín, colombiano, y para no hablarle en español se le puso un pinganillo con la traducción simultánea.
Se la puedo hacer yo también en castellano si quiere, decía la presentadora mientras Ada Colau ejercía de traductora. Un colombiano con pinganillo para evitar hablar en una lengua tan común (y tan oficial) para los catalanes como el español. Ver para creer.