El paseo en barco de Merkel y Rajoy
Les voy a decir una cosa.
Barcelona tuvo un alcalde efímero, llamado Joan Pich i Pon (“Pich”, no “Pin” y Pon), que como se recuerda en el libro “La divertida incultura” pasó a la historia no tanto por su sorprendente ascenso político a base de enchufes al servicio de los constructores de la época (los años 30) como por las pifias verbales que perpetraba cada vez que abría la boca.
Fruto de su inconmensurable ignorancia, aquel alcalde dejó patidifuso al respetable cuando soltó, con aplomo digno de mejor causa, algunas de estas perlas piquiponianas que hoy rescataba La Vanguardia: “Para mí”, dijo una vez, “el tirano más famoso que ha existido fue Tirano de Bergerac”. No era una broma. Con ocasión de un entierro al que había acudido comentó que habían estado en el cementerio otro edil y él “de cuerpo presente”. Cuando en la rambla abrieron un restaurante muy moderno destacó que, según le había dicho el arquitecto, estaba dotado “de luz genital”. Y cuando le sugirieron poner góndolas en un parque le pareció bien, pero sugirió que fueran machos y hembras para que criaran...gondolillas. No era consciente el amigo Pich i Pon de la trascendencia política que puede llegar a tener un paseo en barca, o en barco, siempre que la pareja paseante la integren la emperatriz de Europa y su discípulo sureño más voluntarioso, o sea Merkel y Rajoy.
De lo que sí era consciente Pich i Pon era de la prioridad que tiene, para el gobierno de una institución, los ingresos que obtiene. Siempre empezaba así el repaso a las tareas de gobierno: les decía a sus concejales “empecemos por la A: ¡Acienda!” Por razones erróneas, pero acertaba en las prioridades. “Hacienda” es el ministerio central de los gobiernos en estos tiempos. Hacienda: los que llevan las cuentas. Es decir, Montoro, en su papel de capataz encargado de asegurar que a final de año, cumplamos lo del déficit. Y en su nuevo papel de látigo de las comunidades autónomas, el domador orgulloso de disciplinarlas.
Cuentan que Montoro tiene un globo notable con algunos compañeros suyos de partido que presiden comunidades autónomas y que han jugado a maquillar sus déficits pasando facturas pendientes de un año fiscal a otro. Y cuentan que el viernes, logrado el objetivo de amarrar el compromiso de cumplir en el consejo de política fiscal y financiera, dio instrucciones para que se informara a los medios de cuáles fueron las cuentas reales de esas comunidades: al grito de “¡vacíen los cajones” y “¡se acabaron los enjuagues contables” afloró que quedaba por aflorar (eso es, al menos, lo que afirma el gobierno). Terminado el afloramiento, el déficit público de 2011 escala hasta el 9 %. Imaginan cómo habrá sido el paseo por el río Chicago, Merkel diciéndole a Rajoy:
- ¿Te acuerdas, Mariano, cuando en Bruselas creían que estábais inflando el déficit?
- Hombre, como para olvidarlo.
- Y resulta que no solo no lo inflabais sino que aún os guardábais algunas décimas, ¿es eso?
-Bueno, pero no porque quisiéramos, Angela, es que faltaban por contar un montón de facturas.
- Claro, porque sois lentos.
- Pero ahora ya están todas.
- Por supuesto, por supuesto.
Y Merkel desvía su mirada, hacia las aguas turbias del río. Y Rajoy que, por un instante, teme que lo mande de cabeza dentro. Naturalmente, que la comisión europea vaya a enviarnos unos supervisores para asegurarse de que se acabó la broma de estar cambiando, a cada rato, los indicadores no debe interpretarse como signo de desconfianza. “En absoluto, en absoluto”, ha dicho hoy el portavoz de la comisión. Es pura rutina: hasta ahora no habían enviado supervisores y el viernes, cuando se enteraron de que que ahora es un 9, decidieron enviarlos, pero “en absoluto” tiene nada que ver con desconfianza, en qué cabeza cabe.
La presidenta de Madrid, Aguirre, herida su fama de gestora intachable, sostiene que ella nunca ha ocultado nada, que los datos que comunicó a Hacienda eran provisionales, y que no entiende por qué Hacienda los dio por definitivos. “Parece que los envió a Bruselas o algo hizo con ellos”, ha dicho hoy haciéndose la despistada. Quién no recuerda la insistencia que puso Aguirre en aclarar que aquel dato del 1,1 de déficit era provisional, ¿verdad?, lo mencionaba en todas sus comparecencias, nunca dejada de aclararlo en sus entrevistas. “Provisional, eh, es provisional”.
Y cuando se enviaron los datos a Bruselas, o algo, cómo olvidar aquel bocinazo que Aguirre le dio al gobierno: “eh, cuidado, que mis datos son provisionales”. Se recordaría todo ello, en efecto...si lo hubiera hecho. Pero va a ser que no. Va a ser que la propia Aguirre dio por bueno el dato del 8,5 de déficit de 2011 cuando lamentó, en el congreso de su partido, que el gobierno de Rajoy tuviera que lidiar con un déficit superior al que se había prometido: el “agujero” que habái dejado Zapatero, “este agujero”, dijo, “que es mayor de lo que se había dicho y que ahora tenemos que tapar todos los españoles”. Podía haber dicho: “que aun puede ser mayor, eh, porque mis datos son...provisionales”.
En fin, ¿acaso hay algo más normal que comunicar un dato provisional del 1,1, que el definitivo acabe siendo el doble y que se informe de ello a mediados del año siguiente? Rutina, oiga, pura rutina.
- Entonces el nueve, ¿no es eso, Mariano?- le debió decir Angela.
- El nueve, sí, bueno, el 8,9, una décima menos.
- Y dices que éste ya es el refinitivo, ¿no es eso?
Que Rajoy pudiera echar un rato con la señora Merkel está muy bien. Y que Monti, el italiano que compite con el nuestro en el cortejo de la alemana, le invitara a asistir a la reunión que ha convocado el mes que viene en Roma, es también un paso: ya que el señor Hollande dice querer que la dirección de Europa no sea cosa de dos, sino de todos, conviene que Rajoy se mueva para estar en la pomada, en las reuniones donde se deciden, de verdad, las cosas. Antes del encuentro romano de junio tenemos cumbre comunitaria pasado mañana. La primera con Hollande.
Y la primera convocada expresamente para hablar del crecimiento, que es la manera amable de sugerirle al gobierno alemán que convendría revisar el calendario del ajuste. Rubalcaba dijo ayer que hoy llamaría a Rajoy para acudir ambos a Bruselas con un mensaje único. Dices: ¿acudirán como pareja, viajarán tal vez en barco? Para nada. A la cumbre sólo asiste Rajoy, que es el primer ministro. Pero antes de la cumbre hay reuniones de los socialistas europeos, por un lado, y los conservadores, por el otro.
Y ahí es donde Rubalcaba dice que estaría bien que Rajoy dijera lo que él cree que hay que decir: que aflojen con el ajuste y metan estímulos económicos y más dinero en circulación, aunque se nos vaya la inflación al 3 o el 4 %. Dijo que le llamaría pero hoy contó que no tiene su móvil. Rubalcaba no tiene el móvil de Rajoy. Y pedírselo a Zapatero, que sí lo tiene, no parece que le apetezca. Menos mal que en Moncloa sigue habiendo teléfono fijo. Y que Rubalcaba se sabe el número.
- ¿Está el presidente?
- No, señor, sigue en Chicago.
- Pues que me llame en cuanto vuelva, a ver si consensuamos.
Y en eso han quedado. En que le llaman. Como en los castings: “ya le llamaremos”. Luego te llaman...o no.