Monólogo de Alsina: "Obama entra a su manera en la campaña catalana"
Se llama Rahaf, que es nombre de chica. Vive en Serbia, de momento.Tiene la cabeza redondita. Es muy mofletuda. Y en la foto que le han hecho sus padres está como un cesto. Frita. Cuatro días de vida tiene la criatura. Cuatro días.
Su padre se llama Yousef. La madre es Anwar. Los dos vivían en Siria hasta que decidieron que esa no era forma de vivir y emprendieron este viaje que ya nos resulta familiar a todos: Turquía, lancha neumática, islas griegas. Embarazadísima llegó Anwar a la isla de Samos y fue allí donde nació Rahaf, que es nombre de chica.
El periodista de Sky News Alex Rossi estuvo hablando ayer con la familia en el lado serbio de la frontera con Hungría. De su odisea.
Nacida en Grecia, hija de sirios en fuga, y residente, esta mañana al menos, en Serbia- llegando-a-Hungría. Si Aylán fue el icono del horror, la tragedia de quienes no llegan, Rahaf, con sus cuatro días de vida y su cara redonda y mofletuda, viene a ser el resumen de esta historia de desenlace incierto que se está escribiendo hoy a las puertas de la Unión Europea. Los refugiados que, llegados hasta la frontera de Hungría se han quedado allí atrapados, del lado serbio, imposible cruzar ya a Hungría y sin nadie que les informe de qué deben hacer ahora, si intentar el acceso por otra ruta —-otro país, Croacia, a la izquierda en el mapa, Rumanía, a la derecha—- o aguardar en territorio serbio a que la Unión Europea clarifique su política de asilo.
“Europa no sabe qué diablos hacer con esta cría”, titulaba ayer el The Independent británico.
El gobierno serbio se queja de que Europa pretende convertir su país en un campo de refugiados a la fuerza, un culo de saco, la carretera sin salida. El de Rumanía se planta en jarras ante la intención de Victor Orbán, el vecino húngaro, de levantar concertinas también en esta frontera, alambrada en la frontera interior de la Unión Europea —-por ahí, dice Rumanía, no pasamos—-.
Angela Merkel, la madre Angela de los refugiados que aún confían en ella para poder llegar todos a Alemania, amaga con castigar a los gobiernos que no arrimen el hombro: los fondos europeos podrían quedarse congelados, ha sugerido no ella, sino su vicecanciller, que es socialdemócrata. Medidas de presión para doblegar a Eslovaquia, Hungría y la República Checa (Polonia ya ha virado). Gobiernos que están diciendo que ya lo puede decir Merkel o el papa, que ellos no van a tragar con la obligación de acoger a quien no desean tener en casa.
Es interesante comprobar cómo esta idea de que en Europa siempre se hace, a la orden, lo que diga la señora Merkel es otra caricatura de ésas que ha hecho fortuna en la última década. Y que algunos que se rasgaban las vestiduras cuando la señora imponía a los demás gobiernos sus recetas económicas suspiran ahora porque pueda imponer sus recetas para el asilo.
Francia, aliado de Alemania en la acogida y de Londres y Estados Unidos en la coalicion contra Estado Islámico y el régimen sirio sigue sembrando el terreno para un recrudecimiento de la guerra. Manuel Valls, primer ministro socialista, menta la bicha: intervención terrestre en Siria. No francesa, aclara, pero (si llega a producirse) con apoyo francés. El interés de los gobiernos implicados es que los militares en tierra sean suníes. Que no se le dén coartadas a Estado Islámico para alimentar su propaganda contra Occidente y seguir reclutando fanáticos.
España, cuyo gobierno demanda con vehemencia a la comunidad internacional que arregle aquello, se abstiene, naturalmente, de decir cómo. Bachar el Assad, crecidito, acusa a Europa y EEUU de haber apoyado a los terroristas. Entiéndase que, bajo la perspectiva del gran gaseador, terrorista es todo el que aspire a derribarlo.
¿Ha entrado Obama en campaña de las catalanas? Pues sí, ha entrado. My way, a su manera. Todo lo lejos, o lo claro, que puede llegar un jefe de Estado en el maravilloso mundo del lenguaje diplomático (también conocido como “cojásela con papel de fumar”). Le hace saber el président al president que con él no cuente para alentar la independencia de un territorio en España. Una España fuerte y unificada. Que lo sepas, Artur. Traducido: que no cuenten con los Estados Unidos para que reconozca un nuevo estado llamado la República Independiente de Cataluña. En inglés se dice “no”. Y en inglés catalanizado…
No ha tenido mucho éxito el presidente Mas con los gobernantes extranjeros a los que ha intentado liar para la causa. Aquella efervescencia epistolar que le entró hace año y medio le llevó a enviar cartas a Merkel, a Hollande, a Cameron, explicándoles lo del derecho a decidir y diciéndoles “sé que puedo confiar en usted para que aliente este proceso nuestro”. Y la respuesta que recibió, expresada de nuevo en términos artúricos, fue…
Obama clavándole la banderilla a Artur Mas en compañía de un Borbón llamado Felipe y mientras Michelle se llevaba a Letizia a visitar el huerto de la Casa Blanca. No fuera a interrumpir a Barack justo en mitad de la frase milimétricamente diseñada.