Monólogo de Alsina: "El rey sexto recibe al señor cuatro"
Mediodía del tercer viernes de julio: Moisés en la Zarzuela. El profeta que aspira a conducir su pueblo a la tierra prometida acude a palacio invitado por el descendiente de Felipe V. El Borbón al que Artur Mas quiere ganar, trescientos años después, la guerra de sucesión española.
Felipe VI recibe al líder espiritual sobrevenido —independentista tardío— del proceso soberanista en Cataluña, más conocido como el procés. En la semana en que el rey Artur ha resurgido de entre las zarzas absorbiendo a Esquerra Republicana a una lista de dos partidos camuflada como candidatura de país y encabezada por un hombre de paja; en la semana en que ha sometido a Junqueras a la posición de gregario, se ha puesto a sí mismo de número cuatro para seguir siendo el primero y se ha inventado su enésimo calendario; en la semana de resurrección soberanista, Felipe rey hablará a solas con quien sólo trabaja para separar Cataluña de España.
El rey sexto recibe al señor cuatro. En la Moncloa están expectantes. No tanto por lo que diga Artur Mas como por lo que esperan que tenga a bien decirle el monarca.
—-Hombre, cuatre, ¿cómo tú por aquí?
—-Buenos días, señor, vengo a explicarle mi plan para desconectar Cataluña de España.
—-Bueno, siéntate y ojeemos unos textos legales.
Esta audiencia de hoy estaba cerrada desde hace tiempo y es la quinta que celebra esta semana el rey con un presidente autonómico. En ese sentido, Mas es uno más, porque los presidentes autonómicos también son más de uno. Ayer estuvo Fernández Vara, anteayer García Page, el martes Ximo Puig. Pero ha querido la bamboleante política catalana que coincida la visita de hoy con el éxtasis que, para el soberanismo (una parte del soberanismo) ha supuesto el anuncio de que Mas y Junqueras se han reconciliado y se presentarán en pareja a las elecciones de otoño. Entre ellos dos se han repartido los puestos de la lista, han actuado como parteras Forcadell y Casals, y han reclutado a un ex de Iniciativa para darle apariencia de transversalidad a esta alianza de la derecha y la izquierda independentista.
El presidente catalán, que a diferencia de sus colegas autonómicos presenta cada viaje suyo a Madrid como una aventura heroica, se ha ocupado ya de hacer saber que piensa explicarle al rey el procés con toda la minuciosidad que el monarca se deje. El rey diciéndole a la secretaria “finge una llamada urgente y entra a rescatarme si a las diez de la noche aún no he salido”.
Como las audiencias del rey aún no tienen streaming (ni siquiera la de Fernández Vara) nos quedaremos sin saber cómo de cordial es la conversación entre el secesionista y el jefe del Estado.
—-¿Le he dicho ya, señor, que me decepción su discurso de coronación?
—-¿Te he dicho ya, Artur, que espero no tener que escuchar nunca el tuyo?
Pero lo interesante será si el rey, a base de hacer preguntas, consigue sacarle a Mas todos los añagazas que prepara para, caso de ganar las elecciones y seguir gobernando, presentar como pasos perfectamente legales lo que no dejarán de ser incumplimientos de la legislación nacional. El plan para burlar la Constitución, como dice hoy El País. Esto que los expertos en ingeniería soberanista que reclutó Mas para su Consejo de Transición Nacional expusieron brevemente en un tocho que es la biblia de los independentistas: inventarse una cosa llamada ley de transitoriedad que venga a decir que, en adelante, sólo se aplica en Cataluña la parte de la legislación española que no entorpezca la independencia, o sea, legislación a la carta porque yo lo valgo. En adelante, dirá el profeta, las sentencias del Tribunal Constitucional aquí no se acatan. Y aprobará una ley autonómica que diga semejante cosa para presumir de la legalidad de todo el procés. “Es importante garantizar en todo momento la seguridad jurídica”, dijo ayer, sin despeinarse, Oriol Junqueras (el líder de Esquerra que estará en este programa a las nueve de la mañana).