OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Nada ha cambiado en Mariano Rajoy"

A las ocho de la mañana, las siete en Canarias. Les digo una cosa. Sí que ha cambiado, sí, la política de comunicación del presidente del gobierno. Quince días después de admitir ante sus subalternos en el partido que tiene que aprender a transmitir las cosas de otra manera, ayer ofreció a los periodistas, en Bruselas, la primera demostración de que nada ha cambiado. Salvo que antes hablaba lo justo y ahora, en cuanto ve un periodista, va y le habla.

ondacero.es

Madrid | 11.06.2015 08:17

Llegó Rajoy con esa actitud de me paro a hablar con ustedes porque soy un hombre nuevo, aunque no me guste, la conocida cara de yo disimulo pero ustedes me siguen pareciendo un incordio, y confirmó, a preguntas de estos periodistas tan pelmas empeñados en preguntar cosas, que sí, que algún cambio de ministros, o de portavoces del partido, o de algo, habrá de anunciar en las próximas semanas. Dijo el presidente: “Antes de que acabe este mes tendré que tomar algunas decisiones”.

“Tendré que tomar”. Así, como obligado. A rastras. Si no queda más remedio, oiga, pues haré algo. Qué empuje, qué entusiasmo, cuánta ilusión a los suyos transmitida en tan pocas palabras. ¿Qué necesita el PP?, dicen sus barones agrietados. Conquistar a los votantes defraudados, movilizar a sus bases, superar cuanto antes esta amarga sensación de fin de época. Impulso, vitalidad, razones para confiar de nuevo, un proyecto arrebatador con un liderazgo estimulante.

Tendré que tomar, qué remedio. Luego dirán que Iniesta se emociona poco.

Cabe la posibilidad de que el presidente sólo tenga decidido, de momento, que algo va a tener que decidir. El quinielismo arrancó con fuerza la semana pasada cuando dijo que habría cambios, pero se ha ido muriendo de inanición: aquí nadie tiene ni pajolera idea de lo que tiene el presidente en la cabeza; en ausencia de alimento para hacer charleta, han renunciado los dirigentes del PP incluso fingir que están en el secreto. Lo dijo el martes Sáenz de Santamaría: conviene tener poco apego a los cargos y esperar a ver qué decide el jefe. Porque esto, como todo lo demás, lo decide el jefe y sólo el jefe. Los cambios en el gobierno y los cambios en el partido. Tal es el respeto sumiso a la jerarquía que no se animan ni siquiera a dar consejos. Dices: en público. No, ni en público ni en privado. Salvo que expresamente requiera el presidente opinión sobre algún asunto, los dirigentes del partido prefieren aguardar a que él se manifieste. Habló uno, Juan Vicente Herrera, y duró el viento lo que duró. Ni una semana y sin que nadie más se sumara a pedir decisiones concretas. Da igual lo que decida Rajoy porque sea lo que sea ya sabemos qué será lo que diga el resto: “grandísimo acierto el de estos cambios que ha tenido a bien hacer el presidente; devuelven el impulso político al partido; garantizan un final de legislatura ilusionante; consiguen que el PP le resulte al personal simpático”. Los cambios profundos en los partidos se deciden, obviamente, en los congresos que celebran los partidos. Todo lo demás son ajustes, retoques, variaciones y permutaciones sobre la misma cosa.

Y lo decidirá Rajoy, sólo Rajoy.“Tengo que tomar algunas decisiones“. Uno las toma y el resto se da por enterado. Este partido, lo sabemos, lo saben sobre todo sus militantes, funciona así. Siempre ha funcionado así. Véte tú a Cifuentes a decirle que se comprometa a hacer primarias.

El día comienza con Cifuentes medio investida y Susana a unas horas de ser investida del todo. Vidas paralelas, la de estas dos lideresas, por obra y gracia —-estos días—- de Albert Rivera. Ciudadanos anunció anoche en Madrid el principio de acuerdo para su apoyo al PP en el gobierno autonómico. Lo llaman principio de acuerdo pero quiere decir que ya están acabando: el principio de este acuerdo data del 25 de mayo. Como el principio de acuerdo para investir a Susana empezó a finales de marzo.

Albert Rivera, político de moda que se multiplicó ayer en apariciones en los medios (se le agradece) puso mucho empeño en explicar que él no ha cambiado de postura en Andalucía, que no ha sido él, sino Susana. Sostiene Rivera que ni él ha cedido para que Chaves siga siendo diputado ni está aplicando varas de medir distintas en Andalucía y Madrid. No hemos cambiado.

Hombre, Albert, no me haga trampas.

Sí que ha habido cambio en el planteamiento de Ciudadanos. Antes decía: como Chaves ya está imputado por el Supremo, Chaves debe marcharse ya a su casa. Ahora lo que dice es: en el caso de que el Supremo mantenga la imputación a Chaves cuando resuelva sus alegaciones, Susana se compromete a pedirle el escaño. Esta postura de ahora la presenta Rivera como una conquista, pero es la postura que tenía el PSOE, no la suya. Es el PSOE quien siempre ha dicho que esta imputación no es todavía, en realidad, una imputación. Y la prueba de que ha asumido Rivera una tesis que no era la suya es que en Madrid ha exigido la cabeza de Lucía Figar y Salvador Victoria sin esperar a que la imputación fuera firme o a que fueran siquiera interrogados. Había que echarlos para empezar a hablar. Luego sí, ha habido cambio de criterio en Andalucía. Y sí, ha habido vara de medir distinta sobre los imputados. Pero tiene poco más recorrido el asunto. El éxito de márketing hay que reconocérselo porque ha logrado aparecer ante la opinión pública como el látigo de la corrupción, el regenerador que obliga a los partidos tradicionales a hacer limpieza. Y tiene mérito que se vea como un logro conseguir que a los imputados los mande el PP a su casa siendo éste el mismo partido que envió a casa a los detenidos de la Púnica sólo por haber sido detenidos, sin esperar ni a imputación judicial ni a nada. El listón justiciero estaba aún más alto que ahora, pero llega Rivera y se cuelga la medalla. Tiene la enorme habilidad de colgársela. Enhorabuena.

Falta Valencia. A 48 horas de la constitución del nuevo ayuntamiento, Ribó, el de Compromís, no tiene la seguridad de que vaya a ser alcalde. Ciudadanos es la tabla de salvación que acaricia el PSOE para gobernar comunidad y ayuntamiento siempre que el PP —necesario aunque sea para permanecer callado— se deje. En Compromís han saltado las alarmas porque ven por primera vez factible pasar de aspirar a todo a no lograr nada. Anoche aflojaron un poco anunciando su apoyo a un presidente socialista de la cámara. Cuatro años de oposición se hacen muy duros para quien creyó tener la sartén por el mango. La sartén está en llamas. La alianza de los partidos de la izquierda ha durado menos que una tertulia política en la Primera. Ha empezado la cremá. Todos están quemados con todos.