OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "En su debut en Europa, Trump ha hecho lo que mejor sabe: caer mal a los aliados de EEUU"

Es un privilegiado el señor Rajoy.Donald Trumpno le ha dado un manotazo. No le ha estrujado la mano al saludarle. No le ha mirado por encima del hombro (porque son igual de altos). Y no le ha apartado de su camino para salir mejor en la foto. Sólo por eso, ya le ha tratado mejor que a la mayoría de los gobernantes europeos.

ondacero.es

Madrid | 26.05.2017 07:59

No le ha puesto cara de acelga al verle. No le ha recriminado que se deje invadir por inmigrantes descontrolados. No le ha acusado de ser un flojo en la lucha contra el yihadismo. Y no le ha llamado fracasado.

Sólo por eso, ya puede sentirse Rajoy bienaventurado. El presidente de los Estados Unidos más antipático y menos diplomático que el mundo moderno ha conocido fue capaz de compartir con él diez segundos de su tiempo sin soliviantar a la diplomacia española.

Dos hombres, dos trayectorias, dos actitudes, dos estilos.

• Trump es un recién llegado a la política que ha hecho se carrera en la empresa como intratable ejecutivo.

• Rajoy lleva en política desde que llevaba pañales y no ha trabajado jamás en el sector privado.

• Trump exhibe su talante desdeñoso, es bravucón y frívolo.

• Rajoy es cordial y educado, prefiere la sorna al sartenazo.

• Trump tiene el pelo naranja.

• Rajoy lo tiene oscuro.

• Trump provoca a los medios de comunicación.

• Rajoy los rehuye.

• Trump nació en Queens.

• Rajoy en Pontevedra.

• Trump va de rupturista con la socialdemocracia gastona y quejosa.

• Y Rajoy va de reformista y es cada vez más socialdemócrata.

Mucha conversación no tuvieron los dos gobernantes porque apenas llegaron a saludarse en la cumbre de la OTAN. La atracción principal era Trump, al que la mayoría de los primeros ministros sólo habían visto hasta ahora como usted y yo, en la televisión. Y después de lo de ayer, es probable que prefieran verle sólo en el plasma porque la impresión más extendida es que en persona la cosa empeora.

Lo de menos es que estuviera brusco en sus modos, apartando de su camino al de Montenegro para salir delante de todos en la foto. Lo que ha irritado a los otros gobernantes es que hiciera un discurso bastante agrio abroncándoles por no poner más dinero en la defensa común, dando a entender que le deben ingentes cantidades a los Estados Unidos y que él ha venido, antes que a cualquier otra cosa, a reclamárselas. El cobrador del frac, en versión marido de Melania.

Apretando con el parné pero rehuyendo, a la vez, comprometerse a cumplir con la obligación de defender a cualquiera de los países miembros si resultara atacado. O en palabras del presidente europeo Tusk, que no puede decirse al cien por cien que la postura de Trump sobre Rusia sea la del resto de la Alianza.

En su debut con la plana mayor de los gobiernos occidentales, Donald ha hecho lo que mejor sabe hacer: caer mal a los aliados de Estados Unidos.

Empresarios y ejecutivos catalanes le leyeron la cartilla a Puigdemont en Sitges. Acudió el president tan ufano a soltarles el mismo tocho que va colocando de conferencia en conferencia —yo soy maco y dialogante pero Rajoy es un españolista cerril y tosco— pero se encontró con la crítica sutil y la despiadada indiferencia. La crítica, en el discurso del presidente del Círculo de Economía, Bruguera, que instó al president a asumir que el referéndum pactado no es posible, abandonar la trinchera, negociar más autogobierno y acudir al Congreso a intentar forjar alianzas. Es decir, todo lo que Puigdemont tiene dicho que nunca hará. Pero peor que la critica fue la indiferencia: al término de la conferencia nadie tenía interés en preguntarle nada al conferenciante. Y acabó habiendo sólo una pregunta que ni siquiera lo era.

Afirmación, que no pregunta. El gobierno catalán no es neutral, los medios controlados por él no son neutrales, luego cómo va a poder realizarse un referéndum serio. Que era una forma de rematar la presencia del president con un “qué nos está contando usted, hombre”.

Rajoy le ha respondido por carta que un referéndum ilegal no se negocia y ahora está por ver en qué se traduce lo que dijo Puigdemont el lunes: eso de nos hemos quedado sin tiempo. Sin tiempo para qué. Ayer le preguntamos aquí a Junqueras a qué esperan, conociendo ya la respuesta de Rajoy, para dar por terminados los escarceos y firmar el decreto de convocatoria del referéndum.

Que el tiempo se acaba pero nunca termina de acabarse del todo. Llevan meses advirtiendo del choque de trenes, bendito sea el tópico, pero nunca terminan de dar luz verde al siniestro.