Monólogo de Alsina: ¿De verdad ha innovado Rajoy?
Con los ojos como platos nos dejó a todos, eh. Para presumir de ser un hombre previsible, cuántas sorpresas nos deparaba Rajoy.
• ¿La primera? Que tenía un tapado en los famosos cambios. El tapado era él. Mariano Rajoy. El valor emergente del Partido Popular. La savia nueva que llega a Génova 13. El revulsivo.
• ¿La segunda? Este alarde de innovación política que consiste en relevar a Cospedal por el novedoso procedimiento novedoso de mantenerla. Ríete tú de House of cards. La ingeniería de partido era esto. Que se ande con ojo Soraya porque si el presidente aplica la misma técnica con ella que con Cospedal, le nombrará cinco o seis viceportavoces para que salgan a coro los viernes a dar la rueda de prensa diluyendo así el protagonismo de la primera.
En el fondo Rajoy ha sido coherente en todo: amigas y amigos dirigentes del PP, ¿no andáis diciendo por ahí que el problema he sido yo? Pues aquí tenéis la solución: más yo. Me vais a tener hasta en la sopa. “Voy a presidir los comités de dirección del partido, prepararse”. Habrá quien se pregunte, ¿verdad?, si de verdad tiene sentido atribuir la tendencia a la baja electoral del PP con el hecho de que Rajoy no haya presidido los comités de dirección de su partido —-en la encuesta del CIS sobre las principales preocupaciones los españoles esto no aparece: aparece el paro, la crisis económica, la corrupción, el yihadismo… pero los comités de dirección del PP no se mencionan—-, pero hay que entender lo que está diciéndoles Rajoy no a sus votantes sino a sus compañeros y subordinados de partido que llevan un año difícil y se temen que en noviembre sea aún peor; les está diciendo: ya que os habéis quejado tanto de que el partido no funciona y que el divorcio entre partido y gobierno, Cospedal y Soraya, ha sido, para vosotros, un problema gordo, ésta es la solución: yo para todo y yo en todo. Ni quito a Cospedal ni quito a Soraya. Yo mismo las sustituyo a ambas. Más sintonía entre partido y gobierno no vais a poder encontrar, si ambos despachos los ocupa el mismo y simultáneamente. ¿Tengo el don de la bilocación? Hasta ahora no lo he tenido, pero si me decís que nos hace falta, ¡lo tengo!
¿De verdad está innovando Rajoy? Pues tampoco tanto. Hagan un poco de memoria. Diciembre de 2011. Rajoy ha ganado las elecciones y se pone a formar gobierno. Se decanta como ministro de Hacienda por el locuaz Montoro. Y escoge como ministro de Economía a Luis de Guindos. Ambos aspiraban a ser el hombre fuerte del equipo económico. Ambos tienen serias dificultades para soportar al otro. Pero ¿qué hace Rajoy? Poner a cada uno en un sitio e informar al personal de que sí existe un vicepresidente económico que está por encima de ambos: el vicepresidente económico soy yo, dice Rajoy en una declaración que el tiempo ha demostrado como profética en todo. Llegada la hora de poner orden entre Génova y la Moncloa, Rajoy ha sido fiel a sí mismo: sigue Cospedal, sigue Soraya. El secretario general soy yo, el vicepresidente del gobierno soy yo y el director de campaña también soy yo —encarnado en Moragas—. Queridas amigas y amigos dirigentes del PP, a ver a quién vais a quejaros de que esto no marcha.
Los prometidos cambios que aguardaba con expectación la militancia del partido han sido estos: cuatro vicesecretarios nuevos, dos de ellos treintañeros, Pablo Casado y Andrea Levy, y dos cuarentones, Maroto y Martínez Maíllo. Éste último estará en Génova para atender las demandas de los dirigentes regionales y locales. Los tres primeros se encargarán de ser la imagen del PP rejuvenecido, centrado y receptivo a las demandas de la calle (se van a hinchar a hacer entrevistas y tertulias). Por encima de todos ellos, y aunque no tenga cargo orgánico, el nuevo arquitecto de la campaña electoral que empezó ayer y dura hasta final de año: Jorge Moragas. La sombra de Rajoy allá donde vaya. Suya es la tarea de convertir a un partido seriamente tocado por un varapalo electoral, una legión de barones y alcaldes descabalgados, en una formación entusiasta con ideas e instrumentos para reconectar con su electorado.
Porque ésta es la clave del análisis que les colocó ayer Rajoy a sus dirigentes territoriales: el porqué del deterioro electoral que viene sufriendo su partido. Sostiene el presidente que no es que el PP esté perdiendo votos en favor de otras formaciones —no es que el votante de 2011, defraudado, se incline ahora por votar a otros— sino que sus votantes se están quedando en casa. Arriesgado diagnóstico que le habrá pasado el sociólogo del partido y que viene a ser el mismo que ya aportó tras el fiasco de las elecciones europeas. “Hemos perdido voto sobre todo por la abstención”, repitió varias veces el señor Rajoy en su discurso de ayer, martilleó si lo prefieren. La abstención, que es como decir que ese voto no lo hemos perdido del todo. “Por la abstención y por el centro”. Entiéndase, por Ciudadanos, que el único trasvase de votos que el presidente admite que se ha producido: personas que en 2011 le votaron a él y que ahora prefieren votar a Albert Rivera. Si Rajoy llama a esto perder por el centro cabe pensar que entre sus planes, ya veremos cómo, está recuperar la atención de ese votante más centrista que de derecha. Rajoy ha dado a entender que él mismo se va a centrar. De momento lo que ha hecho es rodearse de jóvenes de aspecto moderno y centrado. Rodearse él o rodear a Cospedal. Como dice Lucía Méndez, “estos jóvenes son lo más parecido a Ciudadanos que ha podido encontrar”.
Rajoy en proceso de reivención y salvación de sí mismo. Falta saber con qué proyecto, qué nuevas ideas, qué propuesta al país, concurre a las elecciones. De momento convoca un sucedáneo de congreso que se llama convención política en julio para empezar a preparar un programa. Que esta vez el presidente, si continúa gobernando, se compromete a cumplir de verdad. Porque ya no podrá alegar que ignoraba la situación real del país, el comodín de la herencia recibida.
Los cambios de ayer son eso, un sucedáneo de la renovación total que habrá de hacer el PP —y ya que el líder ha elegido ese calendario y no otro—- después de las urnas de noviembre. Formar parte de esta semi renovación de ahora no está claro si te ayuda (o al revés) para protagonizar la renovación de verdad que se producirá entonces.