OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Aunque no se haya visto, es la misma historia que la de Aylan"

Esta vez han sido treinta y cuatro. Los muertos. Ahogados. Y había cuatro bebés, solo que no hay fotografía de ninguno de ellos tendido boca abajo en la arena de la playa. Cuatro bebés y diez niños más, Aylanes todos. Los Aylán que no vemos, aunque siguen estando ahí —-siempre han estado ahí—- y que probablemente aunque hoy viésemos ya nos impresionarían menos. Porque aquello que ocurre todos los días endurece la piel y nos va haciendo costra.

ondacero.es

Madrid | 14.09.2015 07:57

Eran más de cien personas en una embarcación tan inestable y sobrecargada como todas las que cruzan de Turquía a las islas griegas. Quince kilómetros de viaje, sólo quince kilómetros. El destino era Farmakónisi, y la lancha no llegó. La misma historia que sufrió la familia de Aylán. Esta vez la guardia costera logró sacar del agua a más de sesenta personas, treinta llegaron nadando a la isla griega. El resto no lo consiguió. Después de pagar a la mafia de turno, han pagado con sus vidas el intento de alcanzar la Unión Europea.

España se prepara, con gran insistencia de la autoridad en el esfuerzo solidario que estamos haciendo, a recibir —-ya veremos cuándo, y cómo—- a diecisiete mil personas que serán distribuidas por todo el país. Lo presenta la autoridad como un desafío verdaderamente ambicioso, complejo, y seguramente lo es. Pero fíjese en este dato: a España, 47 millones de habitantes, llegarán diecisiete mil refugiados; a Munich, ciudad alemana que no llega al millón y medio de habitantes, han llegado ya sesenta mil en las dos últimas semanas. Sesenta mil a una misma ciudad. El alcalde compareció el sábado por la noche para admitir que su administración ya no da para más, que se ha quedado sin medios para poder atender a esta nueva población sobrevenida. Y lo hizo confesándose decepcionado, como si les estuviera fallando a estas personas agotadas y devastadas que llegan a Múnich al cabo de un viaje de miles de kilómetros. "Ya no sé qué más hacer”.

El gobierno Merkel restableció ayer los controles en la frontera con Austria. Controles que no van a impedir que los refugiados sigan llegando pero que espera que sirvan para enfriar el malestar creciente que están manifestando los gobiernos regionales. Muy críticos con Merkel por no consensuar la política, por no dotar de recursos para acoger a estas personas y por desatender el riesgo que algunos perciben, de infiltración yihadista en las caravanas de emigrados. Resulta que no es Fernández Díaz el único que está abonado a esta tesis. Desinflada el viernes, por cierto, por la vicepresidenta.

Trece días de septiembre. Trece quedan para las urnas catalanas. Y no paramos de innovar. España, punta de lanza de la nueva política. ¿Quién dijo que no somos capaces de hacer aportaciones genuinas? De los creadores del “sí no, sí sí”, llega “cómo hacer un escrutinio sin contar votos”. La última moda en urnas de la temporada otoño invierno: otro falso debate, “en la noche electoral, ¿que cuentan, los votos o los escaños?” Entretenimiento general, que ardan las redes dándole vueltas a la nada.

En homenaje a Barrio Sésamo, ahora que va a cumplir 46 años, recordemos esta verdad inapelable de cajón de madera de pino: para poder contar escaños antes tienes que contar votos. No hay manera de saltarse ese paso, oiga. Lo que cuentan los encargados de cada mesa electoral es cuántos votos ha sacado cada candidatura. Eso es lo que proclaman y lo que hacen llegar a la administración para que ésta vaya completando el escrutinio. Y es sobre estos votos sobre lo que se hace la atribución de escaños.

Votos y, a partir de los votos, escaños. De primero de la ESO. No se pongan nerviosos los caballeros del rey Arturo. En cada noche electoral conocemos a la vez los dos datos. Se cuentan ambos y ambos cuentan para sacar conclusiones. Lo venimos haciendo desde hace cuarenta años, no va a ser el 27-S una novedad. Rajoy ganó con mayoría absoluta en 2011 recibiendo once millones de votos. Trece millones votaron por otras opciones. Por eso es tan importante que el partido que gobierna, incluso cuando obtiene la mayoría absoluta, tenga siempre presente que la mayoría de la población no le ha votado a él.

Artur Mas insiste en la trampa de presentar estas elecciones como si hubiera que elegir entre contar una cosa o la otra. Anoche reincidió en ello con Ana Pastor en La Sexta. Lo bueno que tienen las urnas, como él bien sabe, es que permiten saber en cada mesa electoral lo que ha pasado. Y claro que cada formacion politica escogerá luego la forma de interpretar los resultados que más le convenga. Pero esto tampoco es nuevo. El propio Mas reconoció que el 27 se contarán síes y noes a la independencia. Y no lo reconoció hace tres años, sino hace tres semanas.

Se contarán síes y noes. Éste fue, de hecho, su planteamiento. Por eso la candidatura se llama Juntos por el sí. No “Juntos por un programa de gobierno de izquierdas y de derechas que traiga prosperidad a Cataluña”. Juntos por el sí. Se contarán los votos y se distribuirán los escaños. Y éste es el temor de Mas-Junqueras. Ganar las elecciones y perder el plebiscito.