Monólogo de Alsina: "Semana de cuatro días, salario mínimo europeo"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de 'Más de uno' sobre los acuerdos para unificar en la Unión Europea el salario mínimo interprofesional y la semana laboral de cuatro días, entre otros aspectos. Además, analiza el primer cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
El calendario avanza y el mundo cambia. Nuestro mundo va cambiando mucho más, y mucho más aprisa, de lo que a menudo reflejamos. Hace no tanto tiempo economistas reputados ponían Alemania como ejemplo de que no tener salario mínimo interprofesional era una bendición para el mercado laboral. Hoy la Unión Europea está pactando criterios comunes a todos los países para fijar un mínimo salarial que cubra las necesidades básicas de los trabajadores. No habrá un mismo salario en todas las naciones, porque las condiciones de los del norte los del sur se parecen poco, pero sí normas comunes para calcularlo. En este afán por parecernos más los unos a los otros y privando a los gobiernos nacionales de la arbitrariedad con la que ahora lo establecen ellos. Y se cuelgan luego la medalla, con razón, de haberlo subido.
Nuestro mundo cambia. Hace no tanto tiempo el ingreso mínimo vital daba pie a tormentosos debates entre políticos y economistas de un signo y de otro. Hoy está vigente en España con la bendición de todos los partidos y el debate consiste en cómo de bien se gestiona, se administra y se paga. Hace no tanto tiempo aún estábamos aquí con el debate de las cuotas femeninas en las empresas, si tenía derecho el Estado a imponer a compañías privadas un porcentaje de mujeres en sus consejos de administración y sus órganos directivos y hoy se anuncia que en toda Europa las compañías que coticen en bolsa habrán de tener un mínimo del 40% de sus puestos directivos desempeñados por mujeres. Hace sólo unas semanas aún se discutía con vehemencia si prohibir la prostitución es de izquierdas o de derechas y hoy está hecho que será prohibida en España con el apoyo del PSOE y del PP, que en esto parece que al PSOE no le estorba. Y con el rechazo de Podemos, Esquerra y Ciudadanos.
Nuestro mundo cambia. Hace sólo unos años parecía marciano que los fines de semana tuvieran tres días ---jornada laboral de lunes a jueves, una ocurrencia de Errejón, decían los poco iniciados--- y hoy Teléfonica de España está pactando con su comité de empresa que cualquiera de sus trabajadores pueda acogerse a esa nueva fórmula: trabajo cuatro días y libro tres. ¿Y cuánto me pagan? Pues los cuatro días que trabajas más un pico. Esto es lo que han pactado en Telefónica. Va a ser interesante ver cuánta plantilla se apunta a esas nuevas condiciones. Y si crea tendencia en otras grandes corporaciones. Porque en las pequeñas empresas, en los negocios familiares, entre los autónomos, esto del fin de semana largo más que un horizonte futuro es un sueño imposible. Hoy, al menos, lo parece.
El mundo cambia. Europa cambia. Debates que se abren cambio acaban dando pie a nuevas normas comunes. Está por ver si llegará la armonización europea a otros ámbitos. Por ejemplo, el de las pensiones. Si acabará habiendo normas comunes para la actualización de la pensión que priven a países como le nuestro de uno de sus debates más sensibles, delicados y recurrentes. Uno de los debates del año, por cierto: ¿es posible subir las pensiones un 8%, que es lo que tenemos hoy de inflación? O mejor: ¿es posible subirlas un 8% sin que revienten las cuentas públicas? Feijoo dijo aquí el otro día que no. Sánchez sigue diciendo que sí. La comisión europea, en esto, respira más cerca del aspirante que del presidente.
Cuando uno se estrena diciendo 'yo no vengo a insultarle' es que entiende que el de antes hacía eso
Debutó el senador Núñez Feijóo con una enmienda a la totalidad a quien le precedió en el liderazgo del partido: cuando uno se estrena diciendo 'yo no vengo a insultarle' es que entiende que el de antes hacía eso. Feijóo fía su futuro a ser visto por los españoles votantes como la alternativa no ya al presidente Sánchez, sino a una forma de entender la política: el regate corto, los vaivenes, las concesiones a la minoría independentista.
El viento sopla a favor de Feijóo. Y no por lo que digan las encuestas de intención de voto, sino porque la inflación, pesadilla máxima de cualquier gobierno, no afloja. Habrá que admitir que, en el momento exacto de la crisis en que hoy estamos, lleva mejores cartas el aspirante que el presidente. ¿Por qué? Porque los precios son algo que nota todo el mundo cuando hace la compra. Y porque de los precios siempre se echa la culpa al gobierno central. Por no ser capaz de conseguir que bajen. Ya puede el presidente recitar, como hizo ayer, la letanía de planes, programas, medidas que su gobierno ha ido aprobando…
"Hay una delgada línea que separa comunicar lo que haces y presumir de ser el más esforzado y el más listo"
…que el personal votante pone gasolina, o va al supermercado, o paga el maldito kilovatio, y se revuelve contra las letanías. No es fácil ser gobierno en una situación como ésta: hay una delgada línea que separa comunicar lo que haces, para que nadie diga que te estás quieto, y presumir de ser el más capaz, el más esforzado y el más listo. Porque te arriesgas a que te llamen triunfalista.
El mensaje con el que martillea Feijóo es eficaz: éste que dice que si el Estado recauda más que nunca y va sobrado de recursos, bien puede devolver una parte de lo recaudado a las familias para que puedan afrontar más aliviadas el encarecimiento de la vida. Es eficaz. Más que invocar todo el tiempo a Casado, como hace Sánchez.
En rigor no dijo el presidente que el PP estorbe, sino que ha estorbado hasta ahora. Dependiendo de si Feijóo le apoya sus decretos o los rechaza, Sánchez le absolverá o le considerará, también a él, un estorbo.
Es eficaz esto de reclamarle al gobierno que devuelva dinero a los contribuyentes
Es eficaz, digo, esto de reclamarle al gobierno que devuelva dinero a los contribuyentes. De hecho, se lo inventó Zapatero en vísperas de unas elecciones generales: presumió de ser el primero en devolver cuatrocientos euros de lo recaudado. Luego viene la letra pequeña, que dice que si pones ahora más dinero en el bolsillo de los consumidores lo que consigues no es que los precios bajen, sino que puedan seguir subiendo porque la gente puede seguir comprando los productos. Que es lo que ha ocurrido con la gasolina y el famoso descuento: si usted tiene veinte céntimos más para pagar el litro, sube el litro porque usted lo sigue pagando. El círculo endiablado de la inflación y los ajustes del cinturón que a nadie gustan. Pero eso, digo, es la letra pequeña a la que casi nadie llega. Por eso es eficaz prometer descuentos en la gasolina, devoluciones de impuestos, o topes al gas que son, en realidad, pagos en diferido.
Feijóo patinó ayer al confundir el interés al que pagamos la deuda con la prima de riesgo ---que es la la diferencia entre lo que nos cobran los inversores a nosotros y lo que le cobran a Alemania--- pero por serio que fuera el patinazo, y por mucho que a Calviño o a María Jesús Montero les parezca un pecado mortal, al PP no le va a quitar ni un voto. El empobrecimiento general, por el contrario, sí quita votos. En aluvión. Y se los quita, siempre, a quien está al mando.