Monólogo de Alsina: "¿Para qué sirve el 'estado de alarma'?"
Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre la subida del precio de la luz y sobre la velocidad en el amento de los contagios de coronavirus.
Madrid | 12.01.2021 08:28
Congelado todo el centro del país durante todo el día. Las temidas temperaturas negativas. Y en el resto (lo que no es el centro) no se crean que estamos para tirar cohetes.
Las consecuencias de la madre de todas las nevadas siguen ahí. Sin colegios toda la semana en Madrid. Sin colegios hoy en Aragón y Castilla La Mancha (mañana ya veremos). Con las carreteras principales abiertas pero con llamamiento del gobierno en estado de alarma para que no utilicemos el coche particular. Y para que los peatones extremen la prudencia para no patinar en la acera y romperse la crisma.
Lo comentábamos ayer con algunos alcaldes: si hay temporal, mejor estar en la oposición. Y cabe añadir: si se dispara el precio de la luz, mejor estar en la oposición. Porque si estás en el gobierno no sólo tienes que dar explicaciones de lo que haces o dejas de hacer, es que te recuerdan lo fácil que lo veías todo cuando estabas en la oposición y entonces te sale un traje que da calambre, como diría Ignacio Rodríguez Burgos.
Lo fácil que parecía lo del precio de la luz, por ejemplo. Subía el precio en el momento de mayor demanda, cuando más falta hacía la electricidad, y los partidos en la oposición (por ejemplo, el PSOE, pongamos; por ejemplo Podemos, pongamos) endurecían el tono para explicarle a la sociedad que la culpa la tenía el gobierno (el gobierno del PP) y que contener la tarifa eléctrica era sólo cuestión de voluntad política. Todo era terriblemente fácil de explicar: el gobierno de la derecha estaba mangoneado por las compañías eléctricas y las dejaba enriquecerse a lo bestia cuando llegaba el frío. O el calor. O lo que fuera. Por eso, nos decían, era necesario que cambiara el gobierno. Para que pudiera llegar la izquierda al poder a poner en su sitio a las eléctricas, a bajar los impuestos que graban la electricidad y a garantizar al consumidor que justo cuando más frío hiciera más barata la saldría la factura.
Un maravilloso mundo de luz y de color que sólo tiene un problema: que el día que está la izquierda gobernando el precio de la luz se dispara (hoy alcanzará los 84,25 euros por megavatio-hora) y el discurso que hace el gobierno es el mismo que hacía el gobierno conservador de entonces. Dices: ¿cómo es posible? Con las recetas nítidas, clarísimas, imbatibles que decían tener el PSOE y Podemos cuando atizaban a Rajoy por la electricidad, ¿qué ocurre que llevan un año gestionando y hoy vuelve a haber subida? Dices: bueno, como hoy hay Consejo de Ministros, será hoy cuando tomen todas aquellas medidas que le exigían al gobierno anterior. Pues no parece. En la agenda del día no viene ni bajar el IVA de la electricidad no pegarle un sartenazo a las compañías. Bien al contrario. Hoy lo que el gobierno nos va a repetir es lo que predicaban en su día los ministros del PP: que no se haga alarmismo con el precio de la luz y que nada más lógico que una subida en estas circunstancias.
La ministra Calviño ayer, la ministra Ribera el fin de semana, vienen a decirnos que los picos en el precio son fruto de la ola de frío y de cuáles son las fuentes de energía que en invierno aportan menos, todo muy razonable. Pero a quienes tendrán que explicárselo es a sus compañeros de gabinete que en su día se pusieron estupendos, y muy bravos, alimentando el alarmismo y el ventajismo que ahora repudian.
Lo de la epidemia se complica. De nuevo. La velocidad de los contagios. El viernes la incidencia acumulada era de 350 casos por cien mil. Hoy es de 435.
Extremadura estaba en ochocientos y se ha puesto en mil veintiuno. Baleares, Madrid, rozan los seiscientos casos. Y aumentan las restricciones en unas cuantas regiones: horarios de cierre adelantados, toque de queda que entra en vigor antes, confinamientos perimetrales en más municipios.
Fernando Simón hizo dos cosas ayer, o tres:
· Una, prever, con razón, que si los contagios se han acelerado estos días, aunque empezaran a bajar la próxima semana nos esperan días duros de hospitalizaciones y de fallecimientos. Ya sabe usted que pasan dos o tres semanas desde que cambia la tendencia de contagios hasta que cambian las tendencias en los hospitales.
· Dos, descartar que las nuevas variantes de coronavirus vayan a tener un impacto notable en España. Se abstuvo de decir que como mucho, tendremos uno o dos casos (porque está escarmentado) pero le quitó relevancia a las nuevas cepas.
· Y tres, atribuir la incidencia que hoy tenemos, 435 casos por cien mil, a las fiestas navideñas. Pero dicho en estos términos que obligan a preguntarse si es que el ministerio de Sanidad es un mero observador, o comentarista, de lo que va pasando.
‘No estoy juzgando’. Hombre, si atribuyes el incremento de los contagios a la relajación, sí estás juzgando. Pero, sobre todo, lo que estás diciendo es que estuvo en manos de los gobernantes evitar que esto sucediera aplicando medidas más severas. Por ejemplo, prohibiendo los desplazamientos en todo el país. Pudiera parecer, ¿verdad?, que el ministerio de Sanidad (del que Simón es alto cargo) es un mero espectador de lo que hacen los demás. Como los gobiernos autonómicos no han querido ir más allá, pues estamos como estamos.
A ver, que estamos en estado de alarma hasta el nueve de mayo. Es decir, que el gobierno está facultado para asumir poderes extraordinarios. En eso consiste el estado de alarma. Si tan claro tiene el ministerio de Sanidad que convenía restringir más los movimientos, ¿por qué no lo hizo? Ha habido gobiernos autonómicos que han pedido confinamiento total en navidades. Y quien les ha dicho que no ha sido el ministro Illa. Ayer lo volvió a decir Carmen Calvo en El País: no va a haber confinamiento domiciliario. Dices: pero será dependiendo de cómo vaya la incidencia, ¿no? No. No hay condiciones.
Es el gobierno el que dice que no hace falta más. Fue el gobierno quien dijo que en navidades no hacía falta más. Por eso chirría que salga el portavoz (epidemiológico) del gobierno a decir que hemos tenido navidades demasiado buenas. Como si el ministerio, y el ministro, fueran comentaristas de lo que hacemos los demás.