Opinión

Monólogo de Alsina: "Franco, muérete"

Carlos Alsina ha hecho un repaso del discurso actual en torno al dictador y su régimen "de espada y de cruz" en el 50 aniversario de su muerte.

Carlos Alsina

Madrid |

Déjenme que les cuente una historia, que es muy corta, ya verán. La tarde del día veintiuno, el motorista entregó la invitación en casa del médico. El médico era Palma Gámiz, uno de los tropecientos médicos que integraron el equipo habitual, primero en El Pardo y luego, en la Paz. Al motorista lo enviaba la Zarzuela.

Y la invitación decía lo siguiente: "El rey tiene la honra de invitarle a la misa por el eterno descanso del caudillo en la plaza de Oriente y el traslado de sus restos al Valle de los Caídos". Y luego, en cursiva, este añadido que hoy habríamos llamado dress code o cómo había que ir vestido. "Uniforme de gala o frac, corbata blanca, chaleco y condecoraciones con banda".

Alguien había tachado a mano lo del frac y había escrito chaqué. Y había tachado blanca porque a un entierro la corbata que se ha de llevar es negra. El médico pensó que si alguno de sus colegas había recibido la invitación sin correcciones a mano, se presentaría al funeral vestido o de novio para una boda o de mago.

En el Valle de los Caídos escuchó los gritos esperados: "Franco, no te vayas", "Lucero de Occidente, quédate con nosotros" o "Tú eres la luz y ellos, el caos" (como en la viñeta de Ramón, casi: "o nosotros o el caos; ¡el caos, el caos!") Eran los gritos esperados porque sintonizaban con el tono doliente y luctuoso que impregnaba las transmisiones de televisión y radio y las crónicas de los periódicos: todo el mundo se declaraba en público terriblemente afectado.

(Paréntesis: cuando murió Fidel Castro me dijo un cubano en La Habana: "Ojalá hubiera muerto yo en lugar del comandante para no tener que vivir ahora huérfano". Y en cuanto páramos la grabadora, esbozó una sonrisa y preguntó: ¿qué, cómo ha quedado? Cosas de cuando mueren dictadores).

Pero cuando el médico, terminadas las honras fúnebres, regresó a casa y coincidió en el ascensor con un vecino que, sabiendo quién era y de dónde venía, le dijo dos cosas: la primera, "anda que no habéis tardado en mandarlo al otro mundo"; y la segunda, "chico, vestido así, más parece que vienes de una boda’".

Y el añadido: "Muchos hemos seguido el funeral con más alegría que si fueran las bodas de Canaá". Pensó el médico, y así lo dejó escrito, que en ese momento asumió que iban a brotar antifranquistas de debajo de las piedras, iban a mutar en furibundos demócratas muchos que hasta entonces habían sido furibundos paladines del régimen y hacer oposición a Franco, una vez sepultado, iba a ser más popular que veranear en Torrevieja.

Hacer oposición a Franco, una vez sepultado, iba a ser más popular que veranear en Torrevieja

En realidad, aún pasarían dos años hasta que el régimen siguiera los pasos de su fundador, enterrado y bien enterrado, y la Democracia pudiera relevarlo encarnada en una Constitución de verdad, y no esa estafa represiva llamaba las Leyes Fundamentales del Reino. Pero las élites políticas que habían hecho carrera al calor de Franco -de don Juan Carlos a Suárez pasando por Torcuato-, ya habían iniciado su proceso de conversión (o mutación) política del Movimiento Nacional a la Democracia Parlamentaria. Afortunadamente. Del árbol caído, o fenecido en este caso, pronto se aparta todo el mundo.

Habrían de pasar cincuenta años para que los admiradores del difunto, añorantes y nostálgicos, recobraran impulso suficiente como para entregarse con ardor a la tarea de diluir y blanquear al gran opresor, el tirano nacional católico que, con la coartada de la paz y del progreso económico, prolongó casi cuarenta años la bota militar, la mordaza, la persecución del disidente y el acoso al diferente. Un régimen represor que, el veinte de noviembre de hace cincuenta años muchos españoles aún estaban empeñados en salvar y que el veinte de noviembre de 2025 algunos aún se esfuerzan en rehabilitar.

Un régimen represor que, el veinte de noviembre de hace cincuenta años muchos españoles aún estaban empeñados en salvar y que el veinte de noviembre de 2025 algunos aún se esfuerzan en rehabilitar.

En el colofón de la semana del Franco ha muerto…sí, eso he dicho, recordemos que aquel fue un régimen de espada y de cruz, como predicó en su panegírico mortuorio el cardenal primado.

Y recordemos que si algún colectivo social dio prueba aquellos días de su condición de antifranquista y antifascista fueron los niños. Fuimos los niños. Que desafiando a la censura, y azuzados por un grupo de payasos, proclamamos a los cuatro vientos en la televisión única lo bien que estábamos, lo requete bien que nos sentíamos, en los días siguientes a tener, por fin, a Franco enterrado.

Muy bien estábamos, sí, muy bien. No cupo mayor contraste entre los rostros llorosos de los cargos públicos o el tono doliente de los comentaristas, medio muertos también ellos, y la euforia vital y sanadora de la infancia que anhelaba que en el país en el que había de crecer cambiara de verdad y cambiara pronto.

Ábalos aún tiene la cama caliente en Soto del Real

Si se descuida, Ábalos aún tiene la cama caliente en Soto del Real. La cama, y la celda, que ha dejado libre Santos Cerdán. Uno que sale, otro que podría entrar. Para Ábalos lo siguiente es el juicio por las mascarillas y la fiscalía pide veinticuatro años de prisión. Razón de que la misma fiscalía solicite que se endurezcan las medidas cautelares porque ahora hay que garantizar que esté presente en el juicio. Es decir, que no se fugue. Y ahí, la prisión preventiva vuelve a ser una posibilidad.

Cerdán, reunidos ya por la UCO todos los indicios que el juez temía que destruyera, abandonó ayer la cárcel para tranquilidad de todos aquellos, ministros incluidos, que venían desinformando a la opinión pública pretendiendo que carecía de sentido que Aldama estuviera libre y Santos Cerdán, en chirona. Aldama asumió su condición de corruptor -qué mejor forma de asegurar que habrá condena- y salió de prisión preventiva.

Cerdán no ha asumido nada, pero ahora también está en libertad porque ya no hay necesidad de mantenerle dentro. Nunca hubo ni discriminación ni anomalía, pero el PSOE bien que se encargó de que pareciera que juez y fiscal privilegiaban a Aldama y maltrataban al pobre Cerdán.

Prometió el excarcelado anoche que hablará pronto con los medios de comunicación para demostrar que están interpretando mal los informes de la UCO. Lo que pasa es que Cerdán ya anunció una rueda de prensa cuando salió el primer informe de la UCO y nunca se produjo porque Sánchez le retiró su apoyo y se quedó sin ganas de hablar.

La noche anterior había difundido el PSOE una nota de prensa que criticaba las filtraciones (qué cosas) y proclama que nunca jamás Cerdán había influido en adjudicación de obra alguna. Ignoro si la nota la dictó personalmente Cerdán -a la manera del fiscal general- o la escribió su jefe de prensa de entonces, hoy también relevado.

No hay una sola voz en el PSOE que defienda hoy la presunción de inocencia de Cerdán. Él dio las gracias anoche a su abogado, su familia y sus amigos de toda la vida. Ni media palabra sobre su partido de siempre. El partido que lo santificó en Sevilla -hace un año- por honrado, por austero y por ejemplar. Era la viva encarnación del militante serio, limpio y entregado. En Sevilla fue entronizado como mártir de la fachosfera y el lawfare.

En Sevilla fue entronizado Cerdán como mártir de la fachosfera y el lawfare

Es pertinente, creo, recordar ese congreso porque se llegó a él con rumores ya muy serios sobre la probabilidad de que el caso Ábalos acabara salpicando a quien le sucedió en la secretaría de organización. Porque Cerdán, ya se sabía (de sobra) entonces, era quien se había traído a Koldo de Navarra para que le echara un mano en Ferraz y quien se lo había colocado a Ábalos para que fuera su sombra.

Quiero decir que cuando ahora le preguntan a Sánchez, lo hizo El País, cómo pudo llegar tan lejos alguien como Koldo y responde que eso hay que preguntárselo a Ábalos, en realidad habría que preguntárselo a Cerdán. Y cuando Koldo ya había sido detenido, cuando Ábalos ya había sido defenestrado, cuando se sabía que a Koldo lo había promocionado Santos Cerdán y que era con Santos Cerdán con quien Koldo había estrechado relaciones como hombre para todo en Navarra, Sánchez, en el Congreso del PSOE de Sevilla, y en contra del pronóstico que decía que aprovecharía para relevar a Cerdán por si acaso, hizo todo lo contrario: reafirmarle, ensalzarle y regalarle la condición de prueba viviente de la desinformación, los bulos y la conjura universal contra su gobierno.

Cerdán fue elevado, por la plana mayor del PSOE, y al toque de silbato de su amo, a la categoría de encarnación de la injusticia mediática y la intoxicación de la opinión pública. Ahora que la UCO acredita que a este ciudadano, cargo orgánico del partido del gobierno, le pagaba la vivienda una empresa adjudicataria de concursos públicos, ¿se animará alguna vez el secretario general del PSOE a asumir que decidió mantenerlo en el sillón, contra viento y marea, aun sabiendo que era el mentor de Koldo?

¿Se animará a disculparse él con los medios a los que acusó de estar engañando a sus lectores, él que ahora se declara, pobre amo, tan engañado? ¿Se animará el presidente, en fin, a explicar algún día qué significa para él asumir responsabilidades políticas? Porque cuando él se las exige a otros significa solo una cosa: que dimitan.

Pidió la dimisión de Ayuso, porque tenía que asumir responsabilidades políticas. Pidió la de Mazón, porque tenía que asumir responsabilidades políticas. Pidió la de Juanma Moreno, porque tenía que asumir responsabilidades políticas. Pidió la de Rajoy, por la corrupción, porque tenía que asumir responsabilidades políticas.

Pero cuando se trata de él, y de sus dos escuderos enfangados hasta las cejas, asumir responsabilidades políticas significa sacudirse a los imputados y alegar que él nunca supo nada, ni se olió nada, ni nadie le advirtió de nada, ni nada de nada de nada.