Monólogo de Alsina: "El milagro de Escrivá, nadie en contra del Ingreso Mínimo"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre la aprobación, sin ningún voto en contra, del Ingreso Mínimo Vital.
| 11.06.2020 08:19
¿Ven como sí era posible? ¿Que un proyecto del gobierno saliera adelante sin ningún voto en contra en el Congreso?
Se estremecieron los suelos de madera del Congreso ante el fenómeno prodigioso que se estaba produciendo. Hasta los leones, en la puerta, se miraron incrédulos antes de animarse a canturrear el 'sí se puede, sí se puede'. Sí se puede coincidir en que garantizar un Ingreso Mínimo a todas las familias para que salgan adelante es una medida que pueden hacer suya todos los partidos, de izquierdas o de derechas. Como antes ya ocurría en las comunidades autónomas y como antes ha ocurrido en países diversos y con gobiernos de colores también distintos.
El Ingreso Mínimo Vital le ha acabado pareciendo bien a todo el mundo. O a casi todo. Visto bueno del Congreso, con mayoría absolutísima, a la nueva prestación. La garantía de que todas las familias en España dispongan del dinero mínimo imprescindible para poder vivir. El complemento que aporta la administración central a las rentas mínimas que ya estaban activas en las comunidades autónomas.
La iniciativa la tomó el gobierno de coalición y suya es, por tanto, la parte principal del mérito. El ministro Escrivá puede ponerlo ya en su currículum con emoticonos de entusiasmo por lo infrecuente de la gesta: ningún voto en contra de su criatura. Sólo un grupo se desmarcó del resto de la cámara y fue para abstenerse, no para oponerse. El grupo es Vox y, aunque presume de coherencia, ha exhibido una notable incoherencia: dice que no están en contra porque los españoles necesitan ayuda pero que no están a favor porque pone en riesgo el futuro de nuestros hijos. Aquí el partido que dice llamar al pan, pan y al vino, vino: que ni sí ni no porque por un lado sí pero por otro no. Abstención al canto.
El Partido Popular votó a favor de una medida del gobierno de PSOE y Podemos. Hasta ahora sólo lo había hecho en las primeras prórrogas del estado de alarma. A usted hoy le puede parecer increíble pero la primera prórroga salió adelante sin votos en contra. Sólo se abstuvieron entonces los independentistas vascos y catalanes. Estos que luego han ido dando lecciones de humanidad a quienes se abstenían.
Voto que sí el PP el mismo día en que Sánchez le habría reprochado a Casado que esté en contra de todo lo que el gobierno plantea ---la versión 2020 del no es no---.
Hacer caer, desbancar, derrocar. Los verbos los elige a conciencia el presidente para transmitir esta idea de que se busca su derribo por cualquier vía. Habrá que preguntarse: ¿qué ha hecho la oposición para intentar hacer caer al gobierno?
La única forma conocida de tumbar un gobierno es la moción de censura ---bien lo sabe Sánchez--- y, siendo un procedimiento perfectamente democrático ---bien lo sabe Sánchez--- no consta que ningún grupo se la haya planteado ---bien lo sabe Sánchez---. El victimismo también es una herramienta de propaganda política. Conviertes las críticas en una cacería y te declaras perseguido. Y luego añades este salmo responsorial que en España han usado ya todos los partidos: intentan conseguir así lo que no han conseguido en las urnas. Cómo será de tosco el truco que lo están usando a la vez Sánchez contra el PP y Vox y Díaz Ayuso contra el PSOE y Podemos. 'Quieren derrocarme, hacerme caer, descabalgarme'.
Junto al Ingreso Mínimo, y la afición del gobierno por ofrecerse a invitar a un café a los portavoces de la oposición, la novedad política de la primavera-verano en España es el indulto del gobierno a Ciudadanos. Ya no incluye el gobierno a los naranjas en el eje del mal. Ya no les llama, con desdén, la derecha. Ni el trifachito. Ya no son trifálicos. No hay como apoyar, negociando, los decretos del gobierno para que Sánchez, Iglesias, Lastra te libren de las etiquetas.
A Ciudadanos le manifiesta el presidente la mejor voluntad para seguir entendiéndose en próximos proyectos. Florete de goma ayer en el Congreso.
Y podemos hacerlo juntos, Arrimadas y yo, le faltó decir al presidente. Si algo tiene acreditado Sánchez es su pericia para tener siempre varios aliados disponibles y contar con uno si le falla el otro. Y viceversa. Por lo que pueda venir, y sentado el precedente de embarcar en la misma operación al PNV y a Ciudadanos, Sánchez cuida a su inesperado socio naranja.
A Bildu también lo cuida, pero queriendo que se note menos porque el papelito que le firmó Lastra a la señora Aizpurúa aún escuece. La diputada de Bildu se atribuyó ayer el sentir de toda la ciudadanía ---eso dijo--- para preguntarle al presidente si hará recortes. Los de Bildu, que como gestores nunca han sido gran cosa (tampoco en eso), ven la economía con las gafas mágicas de quien cree que las crisis no tienen coste. Aizpurúa piensa que todo lo que hicieron Zapatero y Rajoy en la crisis de 2008 fue terrible y que nada tiene que ver con el hecho de que consiguiéramos salir de la recesión, volver a crecer al 3 % y financiar el Estado sin que los inversores nos sacaran los higadillos.
Ella no quiere ahora recortes. Quiere magia. Que salgamos de esta crisis de ahora (que todos los gobernantes dicen que es la peor que hemos vivido nunca) como si aquí no hubiera pasado nada.
Lo que vino a decirle el presidente a la antigua editora del Egin es que endeudarse significa que luego hay que pagar lo que te han prestado más los intereses. Y que nadie, tampoco nuestros socios europeos, dan el dinero porque sí, gratis. Si Bildu estaba esperando que el presidente Sánchez proclamara, a lo Scarlatta O’Hara, ‘a Dios pongo por testigo de que nunca volverá a haber recortes’ se quedó la de Bildu esperando. Ojalá pudiera descartar un gobierno que tendrá que recortar prestaciones. Pero no puede. Bien lo sabe Sánchez. De ninguna crisis se sale como si no hubiera habido crisis.
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