Help! sigue siendo una canción, y una exclamación, válida para España
Les voy a decir una cosa.
El primer single fue elLove me do, pero el que sigue sonando en la Moncloa es el que salió tres años después, Help!, que también era de Lennon y McCartney, más del primero que del segundo.
Lennon contó una vez que ésta era una de sus canciones favoritas por la honradez de su letra. Mucho más tarde se supo a qué se refería. La canción reflejaba el estrés que le estaba produciendo el arrollador éxito que estaban teniendo Los Beatles, demasiado éxito para poder encajarlo con naturalidad. “Ayuda”, dice la letra, “necesito alguien que me ayude a poner los pies en el suelo”. Alguien que me baje a la tierra. Rajoy no consta que sea muy de Los Beatles -él es más de Los Brincos, según dijo en una entrevista hace un año- y la ayuda que anda necesitando no es anímica sino financiera, el problema de España no es bajar de la nube sino poder empezar a sacar la cabeza.
Aunque es verdad que el gobierno, de tanto repetirlo, va a terminar por creerse que esta tregua que nos están dando los mercados es fruto de su credibilidad y de los Presupuestos para el próximo año, y sobre todo corre el riesgo de creerse que es una tregua indefinida, como si al fin hubieran caído en la cuenta los mercados de que no hay motivo alguno para dudar de que pagaremos íntegramente nuestras deudas y de que nuestros indicadores económicos son razonablemente buenos, diga Romney lo que quiera.
Help!sigue siendo una canción, y una exclamación, válida para España, no porque estemos muriendo de éxito sino por lo entrampados que seguimos estando y porque...nos come la deuda. Como están diciendo, con desigual intensidad, consejeros delegados de bancos y compañías muy principales de España, algún tipo de ayuda vamos a necesitar sí o sí. Que el gobierno se esfuerce en cantar el estribillo contrario, el de “no need help, no need help”, aporta poco al asunto dado que todos los gobiernos entienden que su obligación es negarlo todo por más indicios de prueba que se le presenten.
Como en las películas americanas, el gobierno se acoge a la quinta enmienda: nadie está obligado a declarar contra sí mismo. Por eso, el suspense sigue. ¿Será hoy, señor, será hoy? ¿Tal vez mañana, que es sábado y como hay Barça-Madrid nadie hablará de otra cosa hasta el martes por la mañana? ¿Será el lunes, que hay Eurogrupo? ¿Será, será, será? Mientras Rajoy escucha a Los Brincos la prensa hace de Doris Day. Qué será y cuándo. Y hoy Doris Day se ha trasladado a Malta. La pequeña Malta. Este grupo de islas que se asoman entre la punta de Italia y el norte de África. Una vez perteneció a la Corona de Aragón. Y a Francia. Y al imperio británico.
Es un país chiquitillo que no llega al medio millón de habitantes pero que viven todos bastante apiñados. Tiene la densidad de población más alta de la Unión Europea. Porque Malta, claro, es Unión Europea desde 2004, cuando la gran ampliación. No es un país muy influyente, es verdad, pero tiene menos de un 3 % de déficit público y una tasa de paro del 7 %, o sea que son más pequeños que nosotros pero más saneados. Esta tarde hay todavía más gente en la Valetta, que es la capital, porque están allí unos cuantos jefes de gobierno con sus asesores respectivos, que también abultan. Es la cumbre del grupo cinco más cinco. Guau, ¿éste cuál es? ¿El G-5 más otros cinco? No, éste es un grupo que formamos los países europeos con vistas al Mediterráneo y los del norte de África que comparten esas vistas. A saber, y por nuestra parte europea, españoles, franceses, italianos, malteses y...portugueses.
¿Portugueses, Portugal tiene orilla al Mediterráneos? Bueno, se admite pulpo como animal de compañía. Al otro lado, media primavera árabe, o sea Libia y Túnez, todo Marruecos, la potente Argelia y la esquinada Mauritania. ¿Mauritania mediterránea? Vale, es otro pulpo. Pero todos ellos juntos representan las dos orillas de este trozo nuestro del Mediterráneo de aquí, porque pasado Libia y pasado Italia hay más países, claro. Y se supone que verse de vez en cuando es muy sano porque ayuda a encontrar soluciones a los problemas comunes que podamos tener. Que casi siempre ha sido inmigración irregular y asuntos de seguridad.
Viniendo de donde venimos -un año y medio después de Túnez le diera el pasaporte a Ben Ali iniciando la primavera árabe, con Libia intentando poner en pie un estado de verdad en el que la vida de los embajadores occidentales no corra peligro- tiene sentido pensar que los gobiernos allí presentes se hayan ocupado, sobre todo, del proceso en el que andan libios y tunecinos, pero en realidad, y visto desde España, el interés de la cosa se ha reducido a saber de qué hablan un francés, un italiano y un español. A saber: el presidente Hollande (desinflada su leyenda de superhéroe antiausteridad que pondría en su sitio a la señora Merkel), el primer ministro Monti (encantado de haberse conocido y más encantado aún de que el foco de los mercados siga puesto en España, y no en lo suyo) y el presidente del gobierno Rajoy, que como no necesita rescate tampoco va a hacer falta que hable mucho. Ante los periodistas tampoco se ha extendido mucho esta tarde el presidente. Se reserva Rajoy. Porque este sábado torea.
Tiene mítin en Pontevedra con Feijoo, para que no digan que el presidente gallego esconde al otro presidente. Habla poco, Mariano, que la gente está muy caliente. Rajoy hace campaña en Galicia sabiendo que la noche del 21 se hará, inevitablemente, una lectura del resultado como termómetro, o medidor del desafecto ciudadano hacia su política. El PSOE está alimentando mucho esta idea porque entiende que le beneficia en campaña: si votas a Feijoo estás avalando los recortes de Rajoy. En caso de que Feijoo pierda el gobierno, el PSOE -y no sólo el PSOE- podrá decir que ha habido voto de castigo al gobierno y que Rajoy sale tocado. El problema, para Rubalcaba, de plantear las elecciones autonómicas como plebiscito sobre Rajoy es qué decir en caso de que suceda lo que la encuesta del CIS hoy refleja, es decir, que el PP obtenga la absoluta y siga gobernando. ¿Qué habrá que interpretar entonces, que no hay castigo alguno al gobierno, a pesar de las movilizaciones sociales, los impuestos, los recortes, los compromisos incumplidos? ¿Será el PP, entonces, quien diga que las urnas le han absuelto de sus pecados?