Opinión

Monólogo de Alsina: "Disculpas a medias y sin ministra"

Carlos Alsina ironiza en su monólogo sobre el encumbramiento a santo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y las primeras disculpas que ha dado el ministerio de Igualdad por los fallos en las pulseras antimaltrato.

Carlos Alsina

Madrid |

En 1967, la editorial Miñón, de Valladolid, que había hecho fortuna con la Enciclopedia Álvarez, distribuyó entre los colegios, para los alumnos de quinto grado, un libro de texto llamado 'Unidades didácticas' que incluía una clasificación, aparentemente científica, de los seres. Más que una clasificación, una escala. Ordenados, y dibujados, de menor a mayor, el ser vivo menos relevante resultaba ser… la piedra. Por encima de ella aparecía… la planta. En el escalón siguiente, el animal. Por encima del animal y de la planta, el hombre. Y por encima del hombre, en lo más alto del podio, se situaba… ¡el ángel! Luego ya venía dios, imagino, pero eso ya no aparecía en el dibujo.

Hay que entender que, en aquel tiempo, la religión (católica) lo impregnaba todo, desde la escuela hasta la jefatura del Estado pasando incluso por la Conferencia Episcopal. Cómo de presente estaría, y cómo de confesional sería todo, que la agenda para el ama de casa, que incluía un calendario con santoral y menú para comida y cena, incurrió en un gazapo imperdonable al afirmar que el primero de enero se celebraba la fiesta religiosa de la circuncisión de la virgen.

Viene a cuento la exaltación de los ángeles como los seres más elevados que imaginarse pueda porque voy a romper una lanza esta mañana por Paqui Santaella, granadina de Pinos Puente y representante socialista en la Diputación de Granada, injustamente criticada por los de siempre -antisanchistas, derechistas, gente intolerante- por haber hecho una encomiable profesión de fe en la condición venerable de nuestro presidente Pedro Sánchez.

Naturalmente que sí. Rompo una lanza por Paqui Santaella no solo porque en España está garantizada la libertad de credo, y porque le honra compartir con la opinión pública sus creencias más hondas; rompo, sobre todo, una lanza porque pudiendo haber situado al presidente en la categoría más alta de los seres, que es la de ángel, se ha conformado con situarlo en el escalón inmediatamente anterior, que es el de santo.

Cada uno decide sus santos, en efecto. Cuando uno es de una confesión religiosa, se entiende, y los partidos políticos tiene mucho de iglesia en comunión en torno al líder. Ha habido mucha broma con esto de San Sánchez, casi tanta como con el premio Nobel de la Paz, pero también se reían mucho los viejos dinosaurios, y la derecha, y Susana Díaz cuando Pedro se subió al Peugeot con Ábalos y con Cerdán y mira dónde acabó, ¡de Papa! De modo que menos reír y más respetar a quien promueve candidaturas, lo mismo para premios que para altares. No vaya a ser que acabe llegando el día en que escuchemos a un Papa santificando al beato Pedro.

De profesión de fe en profesión de fe, no solo está en su derecho el PSOE en proclamar santo a Sánchez -acaba de enviar un buque a proteger a la flotilla de la libertad, ya podía haber enviado un buque a proteger al Open Arms hace seis años, en vez de amenazarlo con sanciones-, sino que aquí le brindo, por si sirviera, la copla hace cuatro o cinco décadas fue brindada a un arquitecto municipal valenciano por quienes con sus acciones se habían visto beneficiados. Decía así:

Un arquitecto eminente

es nuestro homenajeado

simpático en grado sumo

y con un gran don de gentes.

Cuantísima podredumbre

escuchó don Rafael

pero, bondadoso él,

nunca echó leña a la lumbre.

Es verdad que para santificar a alguien es costumbre esperar a que, primero, desaparezca. Y Sánchez está en todo lo contrario, más vivo que nunca y haciéndose ya campaña para 2027 con el aliento, espontáneo y generoso, de voces devotas y proféticas.

Lo nota, lo siente, la ministra portavoz en el ambiente. La mayoría que tenemos. No en el Congreso, vale, donde encajó dos naufragios en una semana; no en las encuestas, vale, donde sale que perderían las elecciones y perderían cualquier opción para otra investidura de Sánchez, pero sí en el ambiente, en el aire que se respira, en la calle.

Tan clamorosa es la mayoría de que disfruta que dentro de cuatro días terminará el plazo constitucional para presentar los Presupuestos del año que viene a las Cortes y aún no tiene aprobado el gobierno ni el techo de gasto. La ministra Montero, chico, está a otras cosas. Hay una institución en España llamada Autoridad Independente de Responsabilidad Fiscal que tiene como misión velar por la sostenibilidad de las finanzas públicas. Es una institución a la que el Gobierno da enorme eco cuando dice algo que le conviene y no le hace ni puñetero caso cuando su presidenta dice algo como estas tres cosas que dijo ayer.

  • Una, que el nuestro es el único gobierno europeo que no ha presentado en Bruselas su plan presupuestario.
  • Dos, que el Gobierno no ha presentado al Congreso su proyecto de Presupuestos.
  • Y tres, que el Gobierno sigue sin plan ni reforma fiscal.

Sin plan fiscal, sin presupuesto, sin proyecto y sin cumplir con Bruselas. Y eso que la vicepresidenta uno-ministra de Hacienda-vicesecretaria general del partido-y-candidata a perder las elecciones en Andalucía, o sea, María Jesús Montero, lleva meses dejándose la piel para sacar adelante todas sus tareas. O eso dice.

Sin plan fiscal, sin presupuesto, sin proyecto y sin cumplir con Bruselas.

Igualdad admite, finalmente, fallos en las pulseras

Una semana ha tardado el ministerio de Igualdad en admitir lo que antes negaba. Que no fue solo la migración de datos. Que el cambio de operadora generó fallos (o incidencias) más frecuentes que antes. Una semana después, la delegada del gobierno para la violencia de género confirma los fallos (aunque sigue sin cuantificarlos) y confirma que las pulseras que se les ponen a los maltratadores serán mejoradas en el próximo contrato para que no puedan manipularlas.

Y una semana después, insiste el ministerio de Igualdad en que nunca hubo una gran cantidad de casos judiciales que naufragaran al no poder usar los datos de Cometa extraviados cuando se produjo la migración. La ministra llegó a decir anteayer que probablemente no hubo ningún caso, en contra de lo que sostiene la fiscalía general del Estado, a la que en esto, le están ganando el relato.

Tardó el ministerio, pero acabó admitiendo. Lástima que la delegada, cuando se decidió ayer a pedir disculpas a las mujeres afectadas, no lo hiciera por los fallos del sistema y los errores del ministerio sino por el ruido, así lo llamó, que se ha generado. Tampoco hubo disculpas ciertas, por cierto, en la intervención de la ministra Redondo. Que desdeña la reprobación de que fue objeto en el Congreso, ignora el motivo concreto que ha generado esta situación y lo presenta todo como la interminable conjura de la derecha contra las mujeres y contra su ministerio.

El ministerio pim pam pum. Que se lo digan a Sánchez, que primero le entregó el ministerio a Podemos (porque no era de los importantes) y después se lo quitó porque tenía amigos cuarentones incómodos con el discurso de Irene Montero. No es el ministerio de Igualdad el que ha sido reprobado, es la ministra que ha gestionado una crisis destapada por la fiscalía del Estado con opacidad y empecinamiento.