OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Mientras no se sepa cómo murió Blanca Fernández Ochoa, todo lo que cabe es recordarla"

No pasarán muchas horas antes de que los forenses informen al juez de sus conclusiones: cuál fue la causa de la muerte de Blanca Fernández Ochoa y cómo se produjo ésta.

Carlos Alsina

Madrid |

Es una información que requiere el juez para decidir si tiene sentido, o no, que la investigación judicial siga adelante. Si del examen médico se concluye que no hay indicio alguno de que en la muerte de Blanca participara ninguna otra persona, el asunto quedará cerrado.

Mientras no se conozca esa información, por qué y cómo murió, todo lo que cabe es recordar —como estamos haciendo los medios— quién fue, y qué representó, esta mujer y respetar el duelo de una familia que, después de once días sumida en ese trance asfixiante que es no saber dónde está —ni cómo está— una de sus integrantes, ha de pasar ahora por este otro trance, el pesar, la incredulidad, el vacío. El desconsuelo de tener que asumir que nada puede hacerse porque esa persona ya no está. Ya no volverá a estar.

Sólo quisiera mencionar una cosa hoy, que quizá podamos retomar los próximos días en función de lo que los forenses establezcan. Hay un medio, El Independiente, que viene informando desde la tarde de ayer de que la hipótesis principal de los investigadores es que Blanca Fernández Ochoa se suicidó. Es la primera vez, creo, que esta mañana pronuncio esta palabra. Suicidio. Nacho Abad, el periodista que adelantó ayer en Antena3 la noticia del hallazgo del cadáver, le contó anoche a Vicente Vallés que no hay signos que inviten a pensar que se produjo un accidente o que Blanca murió de manera violenta. La muerte no fue violenta ni voluntaria ni involuntariamente. Lo que Nacho entiendo que estaba diciendo, sin terminar de decir, es lo mismo que cuenta El Independiente.

No es un hecho confirmado; sí es la principal de las hipótesis. Y la única que a los medios nos produce reparo llamar por su nombre. Esta palabra que a todos nos estremece: suicidio. Lo voy a repetir: no se sabe si Blanca Fernández Ochoa se suicidó. Puede fallarte el corazón en un sendero del monte y morir sin violencia alguna. Pero sí sé que los medios rehuimos (en este y en otros casos) hablar abiertamente de la posibilidad de un suicidio creo que por estas dos razones:

Hay una tradición —-cada vez más discutida— que dice que si los medios hablamos de los suicidios, éstos aumentan. Digo 'cada vez más discutida' porque hay una corriente que sostiene lo contrario: que el silenciar estas muertes ha contribuido a convertirlo en un tabú y a impedir que la sociedad lo perciba como lo que es, una causa de muerte extendidísima —diez personas en España cada día— que debería estar presente en el debate público para encontrar la manera de paliarla.

• Y la segunda razón es que sentimos que al decir que una persona se suicidó estamos manchando de alguna manera su memoria y dañando a su familia. Como si fuera una muerte que habla mal de quien la ha sufrido y de su entorno. El estigma del suicidio. Probablemente lo primero que tenemos que cambiar es eso —el reproche que tenemos interiorizado, incluso la vergüenza injustificada— para poder saber más, entender mejor, enfocar mejor, un asunto dramáticamente humano.

Ésta es la reflexión que hoy quería compartir.

De la altura deportiva de Blanca, de la popularidad de la familia Fernández Ochoa, del afecto que por ella sienten en Cercedilla o en tantos otros sitios hemos tenido prueba sobrada, y merecida, todo estos días.

Vamos entonces a la crónica política.

Mire, contamos aquí a mediados de julio la maldad que había hecho fortuna entre algunos dirigentes del PSOE: la prueba, decían, de que Sánchez no quiere que prospere el pacto con Podemos es que ha puesto al frente de la negociación a Carmen Calvo. En política los críticos más ácidos suelen estar a dos o tres despachos de distancia.

Hoy se vuelve a ver Calvo con Echenique. Los dos negociadores de julio. Los que acabaron acusándose de todo en público, filtrando papeles, comentarios y mensajes de WhatsApp que habían intercambiado. ¿Hay alguna posibilidad de que Podemos le diga hoy al PSOE 'hemos examinado este cuadernillo de propuestas' y estamos encantados? Es más, hemos reflexionado sobre la esencia del poder —volviendo a ver todo Juego de tronos— y tenéis razón: qué necesidad de seguir dando la lata con tener ministerios pudiendo formar parte de otras instituciones que también son gobernanza. ¿Hay alguna posibilidad? Pues no. Pero el espantajo de la semana, que es esto de los sillones, nos deparó ayer un momento revelador. Cuando le preguntamos aquí al ministro Ábalos qué instituciones eran esas y no fue capaz de concretar ninguna. Concretó la que no es: la Agencia Tributaria.

Ábalos estaba fuera de juego y Calvo, sin embargo, daba ejemplos de instituciones que están de oferta: mencionó el CIS, la CNMV y el Defensor del Pueblo. No está mal: tres instituciones cuyo crédito, cuya reputación, pasa por su neutralidad política, convertidas en moneda de cambio. El juego de los cromos. ¿Qué te parece, Pablo, si te hacemos presidente de Paradores? Una bicoca, hombre.

La impresión general entre los analistas, ya lo sabe usted, es que Sánchez finge negociar cuando lo único que busca es colgarle a Iglesias el lastre de haber hecho naufragar el pacto para que vaya a las elecciones medio ahogado. Y ayer hicieron justo ese discurso los dos mejores amigos que ahora tiene el presidente: Miguel Angel Revilla y el PNV.

Mañana, por hoy. La veremos en la cara que le ponga Echenique a Carmen Calvo. La labor de celestinaje que se atribuyó a sí mismo, buscando el foco mediático, Gabriel Rufián ha sido, hasta el momento, un fiasco.

Al Partido Popular le pasó ayer algo a lo que no está acostumbrado. Recibió una buena noticia de un juez. La acusación de haber destrozado a martillazos los discos duros de Bárcenas se queda en nada. El PP, absuelto. La misión de un tribunal es establecer si está acreditada la comisión de un delito y en este caso no lo está. Punto.

Teodoro García Egea, el secretario general, le aplicó a la sentencia el Teodoro Translator y le salió esto:

Lo que dice la sentencia es que borrar, se borraron los discos, pero no se ha podido probar que fuera con intención de evitar que material sensible cayera en manos de los investigadores. Porque Bárcenas cambió su testimonio sobre la marcha (que si se lo llevó todo, que si dejó algo) y su credibilidad quedó arrasada.