Monólogo de Alsina: "Un sanchista en rebeldía"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la decisión del PSOE de suspender el proceso de primarias que había convocado el secretario general socialista de Castilla y León, Luis Tudanca.
Madrid |
Era sábado y aún no había amanecido. El horror empezó con el lanzamiento de cohetes. Desde Gaza y sobre territorio israelí.
Cientos de cohetes para desviar la atención del muro y la valla de la frontera. Usaron explosivos para abrir agujeros y permitir el paso por hasta doce puntos distintos. Decenas de militantes de Hamás ejecutando simultáneamente un atentado terrorista. Atentado múltiple, en escenarios distintos pero con un mismo proceder: sorprender a la población, encañonarla, matarla y capturar rehenes. Decenas de militantes de Hamás acompañados en el asalto por varios cientos de simpatizantes. La caza de israelíes allí donde se creían seguros y no lo estaban.
La caza de israelíes allí donde se creían seguros y no lo estaban
Hace un año fueron asesinadas mil doscientas personas. Fueron secuestradas doscientas cincuenta.
Ocurrió en el festival de música Nova, una rave que había empezado la noche del viernes. Al ver los primeros proyectiles lanzados desde Gaza se interrumpió la música. Se oyeron disparos. Salieron a la carrera los tres mil asistentes, la mayoría muy jóvenes, camino de sus coches y víctimas de la emboscada. Jóvenes huyendo de terroristas, cazados entre los árboles, cazados en el campo, cazados en los refugios antiaéreos de la carretera. La carretera en la que los terroristas levantaron barricadas para impedir el movimiento de tropas y para asesinar a quien hubiera logrado huir de las primeras matanzas.
Ocurrió en el puesto militar de Nahal Oz, sesenta y seis soldados muertos. Jóvenes israelíes, mujeres haciendo el servicio militar, capturadas como mercancía.
Y ocurrió en los kibutzi. En las casas de familias que viven en comunidad. Familias sobresaltadas al escuchar gritos y disparos. Familias escondidas en los sótanos y los búnkeres. Familias masacradas. En kibutz de Beeri fueron cien los israelíes asesinados.
Asaltados no sólo por terroristas armados de Hamás, también por simpatizantes que los acompañaron desde Gaza. Civiles, en el lenguaje del conflicto, civiles colaborando en los asaltos y las matanzas. Civiles celebrando las muertes en la franja. Civiles que sirven al gobierno israelí para justificar que no es sólo Hamás, es el apoyo que recibe Hamás de una parte de la población, una parte, que ansía la aniquilación de Israel y de los judíos.
La respuesta de Israel a las matanzas cometidas por Hamás fue una operación militar en Gaza
La respuesta del gobierno de Israel a las matanzas cometidas por Hamás hace hoy un año fue una operación militar en Gaza y contra Hamás en Gaza cuyas consecuencias sigue pagando la población civil, por miles se cuentan los muertos, por decenas de miles los desplazados.
Un año después de las matanzas de Hamás, el Ejército de Israel combate con Hezbolá en el sur del Líbano y ultima el ataque prometido al padrino de Hezbolá, el régimen iraní que la semana pasada lanzó un enjambre de misiles sobre territorio israelí, la mayoría interceptados, y neutralizados, por la defensa antiaérea.
Un año después, las familias de más de cien secuestrados siguen queriendo creer que podrán verlos regresar a casa
Y un año después, las familias de más de cien secuestrados siguen queriendo creer que podrán verlos regresar a casa. Un año sin saber. Un año temiendo recibir la fatal noticia de su muerte. Torturados los secuestrados y torturadas sus familias.
Criticar a Israel no es celebrar a quienes matan israelíes
Hamás bautizó las matanzas del siete de octubre como el Diluvio de Al Aqsa. Sus líderes lo celebraron como una operación gloriosa. Una minúscula manifestación -no llegaba a quinientas personas- convocada por el movimiento Basar Badil recordó ayer en Madrid, con orgullo, la operación en cuestión. Lejos de repudiar las matanzas, sostiene que fue el pueblo palestino el que ejerció el siete de octubre su derecho a defenderse.
Esta concentración minúscula, no confundir con las manifestaciones que se celebraron en diversas ciudades contra la actuación israelí en Gaza, ha sido denunciada por el gobierno israelí como un acto de exaltación del odio. El movimiento convocante no desea la convivencia de dos estados. Ansía que el estado de Israel desaparezca.
Quien convoca a celebrar una matanza, y humilla a sus víctimas, sólo se representa a sí mismo
El ministerio de Exteriores de Israel ha escrito: ‘Nos indigna y entristece ver que España es un paraíso para sembrar el odio e incitar a la destrucción de Israel. Una sociedad democrática no puede glorificar el terrorismo’. La sociedad española, en efecto, no lo hace. Ni glorifica el terrorismo ni justifica lo que sucedió hace hoy un año. Quien convoca a celebrar una matanza, y humilla a sus víctimas, sólo se representa a sí mismo y al puñado de personas que responden a su llamada.
No habría sobrado una declaración oficial de nuestro gobierno distinguiendo a quienes, como él mismo, abogan por el final de la violencia en Gaza y en El Líbano y la solución de los dos estados y quienes están en el discurso del odio y de la exterminación de una de las partes en conflicto. Criticar a Israel no es celebrar a quienes matan israelíes.
El gobierno es feliz porque el PP habla de políticas sociales
Crónica de España una semana después del naufragio de la senda de estabilidad de María Jesús Montero. El gobierno es feliz. Lo sabemos los lectores de El País porque nos informaba ayer de ello. Está feliz porque el PP habla de políticas sociales.
‘La coalición gubernamental está contenta’, decía la crónica. Qué mejor forma de encarar un domingo que sabiendo del estado de ánimo de la coalición. Feliz y contenta. Y con frases entrecomilladas de un ministro anónimo que bromea y dice: ‘¿Te imaginas? Una legislatura en la que nosotros hablamos de lo que hacemos y ellos de lo que harían, será bonito’.
No hay semana que el gobierno no nos haga saber que, pase lo que pase, siempre le beneficia. Si Junts apoya, porque apoya. Si no apoya, porque no apoya. Si hay senda de estabilidad, porque la hay. Si no la hay, porque no la hay. Si el PP se enroca en la amnistía y la financiación singular, porque se enroca. Si habla de conciliación y semana de cuatro días, porque ya no se enroca. Haga lo que haga Feijóo, al gobierno siempre le beneficia. Porque Sánchez habla de lo que hace y Feijóo, de lo que haría.
Pareciera que el gobierno ha descubierto ahora lo caros que están los pisos en el centro
A ver, sin ánimo de arruinarle al gobierno sus mundos de Yupi, ocurre que algunas de las políticas de las que estos días se discute corresponden más a los gobiernos autonómicos que al central; tiene más medallas (potenciales) que colgarse el PP, que gobierna en doce comunidades autónomas, que el gobierno, por más vídeos que se hagan Sánchez e Isabel Rodríguez visitando pisos sus buenas ventanas y sus buenas vistas. Y sacar pecho de lo que uno hace, y no de lo que haría, cuando lleva más de seis años gobernando y pareciera que ha descubierto ahora lo caros que están los pisos en el centro, lo bajos que son los salarios de los jóvenes o lo atrasadas que están las inversiones ferroviarias en algunas regiones.
Sin ánimo de arruinarle al gobierno sus mundos de Yupi, ocurre que algunas de las políticas de las que se discute corresponden más a los gobiernos autonómicos que al central
Pero al gobierno siempre le hace feliz la coyuntura. Y siempre detecta disensiones internas en el PP, es un partido en permanente estado de tensión entre sectores. No hay día sin que las crónicas de los diarios informen de cómo va el pulso entre los duros y los moderados, si Feijóo se ha hecho más ultra o más centrista, o más ultra y más centrista a la vez.
Existe, al parecer, un sector duro, un sector de derechas al uso (ni muy duras ni muy blandas) y un sector moderado. Es el único partido del que se señalan siempre estas diferencias. En Sumar, por ejemplo, no hay duros y blandos, o moderados. Quizá porque no hay ni partido. En Vox están los de Abascal y los que se han ido largando, o sea, que ya no están. Y en el PSOE… a ver, en el PSOE está el PSOE, sin sectores ni corrientes internas ni gaitas, y García-Page. Al que los analistas no describen ni como blando ni como duro ni como moderado, él es crítico. Crítico con Sánchez. O sea, así como en el PP hay muchos sectores ideológicos discrepando entre ellos todo el tiempo, en el PSOE están los de Sánchez y el crítico de Sánchez. Sin más.
O con Tudanca o con Ferraz
Bueno, y los que sin ser críticos a morir sí están en la lista de defenestrables. Como bien saben los de Lambán en Aragón, los de Lobato en Madrid y, ahora también, los de Tudanca en Castilla y León. Tudanca, que siendo un hijo del sanchismo quiere vida propia y se ha encarado con Ferraz por la fecha de su congreso regional. Sanchistas díscolos, esta figura sí que resulta novedosa, Luis.
Para entendernos, Tudanca quería hacer su congreso antes de la consagración de Sánchez en noviembre y evitar así que el líder le dé por amortizado. Ferraz ha impuesto que el calendario de Tudanca sea anulado, paso previo a anularle definitivamente a él.
Vayan tomando partido, dirigentes socialistas de León y de Castilla. O con Tudanca o con Ferraz. ¿Quién dirían que tiene las de ganar?