Monólogo de Alsina: "Más sospechosos que en el Cluedo"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las últimas novedades en las investigaciones judiciales que rodean al Gobierno, como es el registro de los móviles del fiscal general del Estado y de Juan Lobato por el caso del novio de Ayuso.
Madrid |
Cuando no existía el guasap, ni los sms, y la gente se decía las cosas -o nos decíamos- haciendo una llamada el trabajo de la policía judicial era más arduo. De una conversación telefónica sólo queda acreditado que se ha realizado, no lo que se ha dicho en ella. Salvo que uno tenga, claro, el teléfono pinchado, como bien sabe David Simon.
La llegada del guasap le alegró la vida a los investigadores porque ahí queda constancia escrita de lo que se dice. No sólo eso, hay fotos y hay pantallazos de otras conversaciones o de notas manuscritas. Los mensajes son una mina.
La fiscalía trabaja para el investigado
En cualquier otra causa judicial en la que un juez hubiera encargado el volcado de un teléfono móvil, que no apareciera un solo mensaje ni enviado ni recibido por su usuario habría sido recibido por la fiscalía, primero como un revés -se complica probar la implicación del investigado- y después, como un elemento francamente sospechoso -si no hay un solo mensaje, igual es que se han borrado y, en ese caso, ¿por qué?-.
La fiscalía habrá recibido con alivio el informe de la UCO que dice que en su teléfono móvil se han encontrado cero mensajes en los días objeto de investigación
En el caso que nos ocupa, por el contrario, que es el caso del fiscal general del Estado, la fiscalía habrá recibido con alivio el informe de la UCO que dice que en su teléfono móvil se han encontrado cero mensajes en los días objeto de investigación. Porque ocurre que en este caso, a diferencia de casi todos los demás, la fiscalía trabaja para el investigado. Bueno, el investigado es el jefe de la fiscal que lleva el casoy ésta sostiene que aquí no hay caso.
O borrado o móvil equivocado
La UCO se limita a informar al juez de que ha encontrado cero mensajes. No se pronuncia sobre a qué se debe: hipótesis una, nunca hubo ningún mensaje porque no habla con nadie; hipótesis dos, fueron borrados; hipótesis tres, este móvil que se ha analizado no es el que usaba en aquellos días. Porque ocurre que en el informe anterior sobre el móvil de la fiscal de Madrid Pilar Rodríguez sí aparecían guasaps enviados por García Ortiz, lo que elimina la hipótesis primera y nos deja con la segunda y la tercera. O borrado o móvil equivocado. De un mensaje que no existe cabe extraer poca información. Ni en un sentido ni en otro.
El ministro para la transformación madrileña, Óscar Redentor López, un hombre con sentido del humor. Por eso dijo ayer que este informe de la UCO demuestra que no había nada contra el fiscal general.
El fiscal general es un colega, el delegado del gobierno en la fiscalía
Podía haber dicho ni en contra ni a favor, porque, en efecto, lo que había en el móvil era nada. De cualquier otro investigado en cualquier otra causa cabe pensar que el perspicaz ministro habría dicho, ante un móvil vacío, otra cosa bien distinta. Pero hay que entender que para López el fiscal general es un colega, un ministro más, el delegado del gobierno en la fiscalía. Y para el presidente del gobierno, ni te cuento.
Anoche se indignaba al saber que hay quien dice que los mensajes del fiscal se borraron. Es conocido el fervor de este gobierno por cerrar los casos antes de que éstos terminen y por sentenciar cada día quién es culpable y quién, honrado.
Es conocido el fervor de este gobierno por cerrar los casos antes de que éstos terminen y por sentenciar cada día quién es culpable y quién, honrado
Con permiso del presidente, y a riesgo de que vuelva a sufrir una pájara fake, ocurre que es el juez instructor, que es el que importa -el presidente es un comentarista de parte, dios los bendiga- quien decidirá qué hace: si concluye que el cero mensajes es la prueba incuestionable de la inocencia del fiscal general -y archiva la causa- o se lo toma como un intento de entorpecer la indagación de la verdad y busca otros medios para establecerla.
Después de todo, los mensajes que uno recibe es porque alguien se los ha enviado y los que envía los conservará, si quiere, quien los ha recibido. Una vez que mandas un guasap ya no eres dueño de él y del uso que se acabe haciendo de él, como ha comprobado ayer mismo Reyes Maroto.
Nuevos personajes en el serial de intriga político-judicial-periodística
En este serial de intriga político-judicial-periodística sobre quién filtró el caso de González Amador y por qué, aparecieron ayer nuevos personajes.
A raíz del análisis de otro teléfono móvil, ¡el de Lobato!, que a diferencia del fiscal general no sólo conserva sus guasaps sino que va al notario a que levante acta. Juan Lobato se personó en el Supremo el viernes, 29 de noviembre, para explicar su conversación de guasap con la jefa de gabinete del jefe de gabinete, hoy ministro con humor Óscar López, y para aceptar que se hiciera el volcado de su móvil. Es decir, no sólo las conversaciones con la jefa de gabinete Sánchez Acera sino con otras personas.
Ahora se sabe que Lobato preguntó al secretario de Estado de dónde había salido el correo confidencial que a él le había hecho llegar Sánchez Acera
Viernes, 29 de noviembre. El martes siguiente, día tres, el presidente del gobierno relevó por sorpresa al secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés, figura de peso en la Moncloa. Digo por sorpresa porque para todo el mundo lo fue. La versión oficial que se difundió decía que Vallés había pedido ya anteriormente el cese porque es un puesto que cansa mucho; la versión que su entorno difundió a los íntimos se parecía poco a ésta: le habían sustituido porque le faltaba colmillo. No había habido los días previos ni rumores de cambio ni quinielas ni nada. Y tampoco parece que se hubiera hecho un cásting en busca de posibles sucesores porque el elegido resultó ser el jefe de prensa del partido, más a mano, oye, no podía estar.
Ahora se sabe que Lobato preguntó al secretario de Estado de dónde había salido el correo confidencial que a él le había hecho llegar Sánchez Acera. Y que Vallés le respondió una hora después con el enlace a la noticia de ElPlural, primer medio que publicó no un fragmento del correo sino el documento mismo. El día antes ya había avisado Acera a Lobato de que Vallés le decía que el tema del novio iba a ir a más. Bien informado estaba.
Queda constancia de que no era Sánchez Acera la única empeñada en que Lobato mostrara el documento que ella misma le había pasado
A su vez, el jefe de gabinete de Lobato -porque Lobato también tenía jefe de gabinete- le cuenta a éste en otro guasap que tiene a Vallés, al jefe de prensa de Ferraz Antolín y a la jefa de prensa de la ministra de Vivienda (que antes fue portavoz en Moncloa) insistiéndole para que se le dé aire al correo confidencial del abogado. Queda constancia de que no era Sánchez Acera la única empeñada en que Lobato mostrara el documento que ella misma le había pasado. Y queda constancia, dice la UCO, de que estaban al tanto de ese correo, antes de que se publicara en ningún medio, estas otras personas, jefes de prensa.
Estos jefes de prensa ejercen de soldados en la gresca política
Aclaro que estos jefes de prensa no ejercen el periodismo, aunque algunos estén titulados, o hayan trabajado en medios o vicepresidan asociaciones de prensa provinciales. Ejercen de soldados en la gresca política, que es otra cosa.
Proveen de munición a comentaristas afines, privilegian a los medios de su cuerda y dan largas a los medios críticos y, en ocasiones (en ocasiones) sugieren a directivos de medios con los que tienen trato que se le dé mucha relevancia a los temas que digan ellos. Como ocurrió, por cierto, con el caso del novio de Ayuso.
Que en la Moncloa estaban muy interesados en que se hablara mucho del novio de Ayuso y nada de Begoña Gómez no es una revelación
Que en la Moncloa estaban muy interesados en que se hablara mucho del novio de Ayuso y nada de Begoña Gómez no es una revelación. No demuestra que fuera la Moncloa quien filtró la comunicación confidencial, pero sí que en la Moncloa estaban ocupados en asuntos que nada tienen que ver con la actividad del gobierno y sí con perjudicar al adversario político. No es un delito. Es un abuso de poder.
Josu Jon Imaz, uno, gobierno de coalición, cero
Josu Jon Imaz, uno, gobierno de coalición, cero. Hoy se levantará satisfecho el consejero delegado de Repsol -y ex presidente del PNV- porque el impuesto extraordinario a las energéticas ha sido derribado. Cómo él quería. Y como han querido el PNV y Puigdemont al sumar sus votos a los del PP y Vox para dejar la reforma fiscal de la vicepresidenta Montero en las raspas. Bueno, el presidente lo llamó éxito anoche. Y se felicitó a sí mismo.
No seguirá habiendo impuesto extraordinario porque no hay respaldo parlamentario -ni social, se supone- para que lo haya
No seguirá habiendo impuesto extraordinario porque no hay respaldo parlamentario -ni social, se supone- para que lo haya. Fin del vodevil que han protagonizado los grupos afines al gobierno y el propio Ejecutivo, que presumió de haber sido capaz de pactar la desaparición de este impuesto con Junts y, a la vez, la continuidad del mismo con Esquerra, Bildu y Podemos.
El papel que les firmó el gobierno era una filfa
Junts sabía lo que decía, porque la llave de toda votación es suya, y los grupos de izquierda fingieron no darse cuenta de que el papel que les firmó el gobierno era una filfa porque carece de votos suficientes para prorrogar nada. Aceptaron el papeluco, que diría Puente, para justificar que le apoyaran al gobierno la reforma fiscal. Sabiendo que el precio que habían puesto a ese apoyo no podría ser pagado. Incluido Podemos, que se pone estupendo reprochando a los demás que se dejen tangar pero al que luego tangan como al que más.
Los grupos de izquierda fingieron no darse cuenta de que el papel que les firmó el gobierno era una filfa porque carece de votos suficientes para prorrogar nada
Encajada la derrota parlamentaria, le preguntó la prensa a la vicepresidenta si habrá Presupuestos. Ella cree que sí. Que significa que no sabe. No sabe si los habrá o no los habrá. Sí sabe, como sabemos todos, que ya no va a haber cuando tendría que haberlos habido, que es dentro de doce días, el primero de enero.