Monólogo de Alsina: "Errejón era mentira"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la dimisión de Íñigo Errejón tras varias acusaciones por comportamientos machistas, ante lo que el dirigente político se ha defendido asegurando que había llegado "al límite de la contradicción entre el personaje y la persona".
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Madrid |
La mentira. En la vida pública, y política. Cada día se escuchan mentiras, se denuncian mentiras, se desmontan mentiras. Sólo muy de vez en cuando, muy de vez en cuando, un dirigente político admite haber dicho algo que no era verdad.
La mentira era él. Un personaje
Lo de ayer, sin embargo, entra en otra categoría. Puede que sea la primera vez que un dirigente político, diputado, portavoz de grupo parlamentario, haya admitido que todo él era mentira. No que hay contado alguna, sino que la mentira era él. Un personaje. Distinto a la persona. No sólo distinto, opuesto a la persona.
El personaje era respetuoso, empático, atento a las necesidades del prójimo, sensible incluso e infatigable defensor del derecho que tiene toda mujer a no ser acosada, no ser maltratada psicológicamente, no ser humillada; infatigable defensor del consentimiento como requisito irrenunciable para una relación sexual; infatigable defensor de la dignidad de las mujeres. La persona era tóxica. En su relación con las compañeras de trabajo, las compañeras de partido y las mujeres con las que tuvo, o intento tener, una relación llamémosla afectiva.
Infatigable defensor del derecho que tiene toda mujer a no ser acosada, no ser maltratada psicológicamente, no ser humillada
La persona, que es Íñigo Errejón, le quitó ayer la máscara al personaje, que es Íñigo Errejón y permitió que ahora todos conozcamos al verdadero Íñigo Errejón. Este comunicado, a medio camino entre la confesión y la justificación, que difundió ayer para anunciar el final de su carrera política es el resultado de saberse ya comprometido. Porque había sido señalado por varias mujeres que le imputan no sólo tener comportamientos machistas, sino ejercer el acoso y el maltrato, y porque las dos formaciones políticas de las que forma parte, Más Madrid y Sumar, habían confirmado que las acusaciones son sólidas y le habían enseñado la puerta de salida.
La persona ha destapado al personaje
La persona ha destapado al personaje cuando tanto el personaje como la persona han entendido que el asunto iba a reventar y que no había manera de sobrevivir políticamente a ello.
El comunicado es un acto fallido porque diluye lo único relevante del caso, su forma tóxica de relacionarse con las mujeres, en un guiso autoindulgente en el que los mismo define su forma de vida como neoliberal, que atribuye su forma de conducirse en privado al desgaste de la primera línea política, que apela a la renovación generacional de los partidos a la que dice estar contribuyendo.
No es renovación generacional lo que necesitan los partidos. Es voluntad real de no dejar pasar ni una por muy colega, compañero, amigo que sea la persona tóxica
Errejón tiene cuarenta años. No es renovación generacional lo que necesitan los partidos. Es voluntad real de no dejar pasar ni una por muy colega, compañero, amigo que sea la persona tóxica y por muy alto que sea el puesto al que se le ha aupado.
No son sólo comportamientos censurables. Son delitos
La persona Íñigo Errejón habrá de hacer frente ahora, si las acusaciones dan pie a una investigación de la fiscalía, a la sanción penal que tengan los actos que ha cometido. No es de ser machista de lo que varias mujeres, una de ellas con nombre y apellidos, Elisa Mouliaá, le acusan. Es de acoso sexual y maltrato psicológico. Que no son, sólo, comportamientos censurables. Son delitos.
El partido Más Madrid, el partido (o lo que sea) Sumar, el partido Podemos, lo que van a tener que demostrar es que se aplicaron a sí mismos las dos máximas de las que han hecho bandera: tolerancia cero con el acoso y yo sí te creo, compañera.
Más Madrid y Sumar van a tener que demostrar que se aplicaron a sí mismos las dos máximas de las que han hecho bandera: tolerancia cero con el acoso y yo sí te creo, compañera
Es llamativo que Yolanda Díaz, en el tuit con el que despachó ayer la salida de Errejón -qué menos que una comparecencia ante la prensa para dejarse preguntar alguna cosa, vicepresidenta- no mencionara qué dicen lo que ella llama ‘testimonios surgidos en redes sobre Errejón’. Y que reafirmara su compromiso contra el machismo, como si todo se redujera a censurar la actitud machista de un apreciado compañero. El acoso no es sólo machismo, es acoso. El maltrato no es sólo machismo, es maltrato.
El proceso que ha realizado Sumar esta semana, anuncia la vicepresidenta, ha concluido en el abandono de Errejón. Ya, ¿pero ha concluido que acosó a alguna mujer, que la maltrató? No estará eludiendo circunstancias tan graves la vicepresidenta. Porque si ha concluido que es veraz que eso sucediera no puede quedarse en un tuit, tendrá que poner el resultado de su indagación en manos de un fiscal, ¿no?
Yo sí te creo, compañera, pero no siempre
Varios diarios informan de que los tres partidos por los que ha pasado Errejón recibieron denuncias anónimas que no pasaron de ahí porque no aportaban pruebas concluyentes. Yo sí te creo, compañera, pero no siempre.
Es un hecho que denuncias de mujeres en el juzgado no ha habido, no hasta ahora al menos, pero tampoco las hubo en el MeToo y eso no evitó que árboles muy altos cayeran. Los partidos no son jueces que dictan sentencias. Pero tampoco han de esperar a contar con pruebas concluyentes para iniciar, si hay denuncias internas o claras sospechas, una indagación que, llegado el caso, sea puesta en conocimiento de la fiscalía.
Es llamativo que dirigentes de izquierda que han escrito sobre Errejón hayan evitado mencionarle por su nombre, ni al personaje ni a la persona. O que el presidente Sánchez tampoco le nombre, en el tuit en el que hace exaltación de su gobierno (para él eso siempre es lo más importante) y manifiesta su apoyo a las mujeres que sufren acoso y abusos. Quien haya leído el tuit sin estar al tanto de lo que ha pasado con Errejón no habrá entendido a qué viene. Tan explícito para otros casos, el presidente, y tan papel de fumar para éste.
Quién fue quién en el viaje de Delcy Rodríguez a España
Ya se le van poniendo nombre al quién fue quién en el viaje de Delcy Rodríguez a España. Viaje frustrado porque no pudo pasar de Barajas. El ministro del Interior compareció ayer en el Senado y lo que más repitió fue no lo sé, lo desconozco. Pero sobre Delcy sí que dijo que fue él quien avisó a Ábalos -como ya contó Ábalos en 2020- de que esta señora no podía entrar en territorio europeo.
Lo pasmoso de ayer es que dijera Marlaska que no sabe si Pedro Sánchez estaba al tanto de que Delcy venía. Pues debe de ser el único español que lo desconoce. Si fue el propio Sánchez quien confirmó, hace diez díaz, que estaba informado.
Dijo Sánchez que el gobierno la canceló. En realidad, el gobierno no hizo nada
Vayamos encajando piezas entonces. Ábalos ha quedado con Delcy para el lunes en su despacho, ha avisado a Sánchez de que viene y los dos siguen tan felices esperando a la discípula de Maduro cuando Interior se entera de que viene ya de camino, avisa de que tiene prohibida la entrada y desbarata la visita. Dijo Sánchez que el gobierno la canceló. En realidad, el gobierno no hizo nada. Marlaska advirtió a Ábalos de que Delcy no pasara de la sala de autoridades y eso hizo Ábalos. No parece que el ministro del Interior tomara la decisión, él, de cancelar nada.
Sánchez se resiste a contestar
A Marlaska, por cierto, se le hizo ayer la misma pregunta que a Pedro Sánchez: ¿tuvo trato usted con Víctor de Aldama? Y fíjense qué fácil le fue responder. ¿Ve qué fácil es? Nunca vi a este señor. Ni crucé una mirada, ahí ya Marlaska se vino arriba. Dejando en evidencia, sin querer, eh, sin querer a su patrón el presidente. Al que no se le ha escuchado una respuesta ni remotamente parecida a ésta.
Puede que sea la pregunta más sencilla que se le haga nunca a un presidente de gobierno con buena memoria: ¿tuvo usted algún contacto con un señor? Pero no es sólo que se resista a contestarla, es que tiene a su coro de peones criticando que se le haga la pregunta.
N es sólo que se resista a contestarla, es que tiene a su coro de peones criticando que se le haga la pregunta
Si esto es lo más ocurrente que tiene a mano el ministro López es que el departamento de persuasión y propaganda está seco. La inquisición, vaya por dios. Qué embarazoso todo. La pregunta se repite porque aún no ha habido respuesta. Y claro que tiene sentido. A ver si el problema no es la pregunta, sino que el presidente sabe -él sí sabe- cuál es la respuesta.